CAPÍTULO XXV (1ERA PARTE)
Después de lo
sucedido con Rubí, Randy nunca volvió a ser el mismo. En sus anteriores crímenes
la culpa no lo había atormentado tanto como tras la última barbaridad que
cometió. Nicolás podía entenderlo, de hecho, él entendía el motivo
perfectamente. Sin embargo, de todas formas, Nicolás prefirió seguir leyendo
para así conocer las razones expuestas por su padre. “¿Por qué tuve que
matarla? ¿Por qué a una chica como ella?”, solía preguntarse Randy. Él por
supuesto que sabía la respuesta, pero prefería evadir la cuestión, y en vez se
la pasaba exponiendo pruebas que demostraban lo horrible que había sido su
decisión. “Las otras eran prostitutas sin
remedio, unas perdidas sin mayores aspiraciones; en cambio Rubí, oh, en cambio
mi preciosa Rubí era una jovencita con sueños, con metas por cumplir, y las
estaba cumpliendo, estaba tan cerca…”, Randy había escrito en sus memorias,
e inmediatamente debajo se explayaba de forma muy extensa sobre lo mucho que se
arrepentía por su crimen, pues Rubí había sabido salir adelante a pesar de
tener una vida tan dura. “Y los más encomiable de todo es que Rubí siempre supo
preservar su dignidad, era tan admirable”, Randy continuó exponiendo las bondades
de su joven víctima por numerosas líneas más.
Nicolás volvió a
asistir al colegio poco después. Ya no le interesaba seguir leyendo el
manuscrito de su padre. Además, él sentía que a estas alturas por fin comenzaba
a recuperarse del trauma que le había heredado su despreciable progenitor.
Nuevamente Nicolás comenzó a dibujar gatos, aunque esta vez ya no se limitó únicamente
a ellos. Comenzó a dibujar a cierta adolescente que conoció alguna vez, aunque agregándole
rasgos felinos. Intentó recordar su nombre, pero por más que se esforzaba lo
único que conseguía recordar era la promesa que la mencionada jovencita le hizo
pero que nunca cumplió.
Un viernes por la
tarde Nicolás decidió cerrar de una vez por todas el capítulo de su padre, de
modo que se encerró en su habitación y se acomodó en su escritorio. No quedaban
muchas páginas por leer, lo cual le reconfortó bastante.
“Ya no le encuentro sentido a seguir viviendo. Pero
matarme ahora sería escoger el camino fácil. ¿Por qué en este maldito país la
justicia es tan ineficiente? Por más que mato y sigo matando, nunca hay el
menor indicio de que vayan a atraparme. En algunas ocasiones me han preguntado
sobre si vi algo o sé algo, pero simplemente lo hacen porque estaba en el antro
en donde trabajaba la víctima y me toman por un testigo más. ¿En serio puede
ser tan inepta esta gente? Si al menos me sintiese acorralado, si al menos
hubiera alguien tras de mí…”.
“…el tedio es tan insoportable. Ya no quiero seguir
matando, ya no quiero seguir disecando más. Supuestamente comencé a hacerlo
como práctica para cuando llegue el momento de inmortalizar a mi Tania. Pero
ahora entiendo que, así como Rubí, quizá alguna otra de esas chicas también
tuvo sueños y esperanzas, solo que yo simplemente nunca lo supe. Todas ellas
eran humanas, a pesar de que escogieron el camino equivocado eran humanas que
no le hacían daño a nadie… pero yo las maté, no me importó nada y las maté…
ahora la culpa no deja de acosarme, me es imposible dormir, cada vez que veo a
mi Tania o a mi hijo yo, yo… oh, mi pobre hijo, ¿Por qué tuviste que tener un
padre tan abominable? Estoy tan arrepentido, quisiera morirme ahora mismo, pero
eso sería cobarde, no puedo morir sin que el mundo sepa lo que soy, sin que las
familias de mis pobres víctimas no tengan alguien a quien odiar y maldecir…”.
“¿Por qué justo ahora? ¿Por qué me vuelve con tanta
fuerza la obsesión de Tania? Ah, necesito disecarla, tengo que hacerlo… pero mi
hijo, ¿qué será de mi hijo? No, definitivamente no puedo hacerlo, Tania es el
amor de mi vida, ¿o es que nunca la amé en realidad? ¿Podría ser posible que lo
que siento por ella únicamente se haya tratado de una enfermiza obsesión y nada
más? Pero su belleza cada día se marchita más y más, mi Tania no se merece
pasar por esto, su belleza debería ser eterna, yo tengo que hacerla eterna…”.
“Hice el amor con Tania por última vez. Ella fue tan
dulce y gentil, ¿Cómo pude haber pensado en ponerle un dedo encima? Lo más
bello de Tania siempre será su sonrisa, su mirada, sus delicadas caricias, su
ardiente coquetería. Soy un miserable sin remedio. Pero se acabó, le debo
demasiado a este mundo como para volver a ser feliz. Hacer el amor con mi amada
Tania ha sido mi último pecado, el último crimen que he cometido contra el
mundo y contra lo que es justo. A pesar de que ella me llevó al paraíso yo en
todo momento sentí un sabor agridulce. Ella no se merece cargar con mis
pecados. Por eso ya lo decidí…”.
Randy contó en las
siguientes líneas su plan de redención. Iría a donde las autoridades y dejaría
una nota anónima en la que expondría todas las pruebas necesarias para que lo
inculpen. Luego esperaría pacientemente en su casa. Mientras más escandalosa
fuese su captura, mejor. Él confiaba en que el gusto por el morbo tanto de sus
paisanos como de los medios de su patria no lo decepcionarían. Finalmente,
Randy escribió en sus memorias un epílogo muy corto, aunque bastante elocuente:
“Luego de ser encerrado me suicidaré, el país no tiene
por qué malgastar dinero en mantener a una escoria como yo. Dios, si de verdad
existes, asegúrate de que mi castigo en el infierno sea el peor de todos”.
Las lágrimas le
resbalaron por las mejillas lentas y silenciosas. Nicolás entendió en ese
momento que nunca podría librarse del fantasma de su padre. Su recuerdo lo
perseguiría por siempre, tras leer aquellas últimas líneas él se había
condenado a que así fuese. “Peor que un monstruo frío y sin corazón es un
monstruo arrepentido. ¿Por qué no me dejaste a mí también odiarte? Yo también
he sido una víctima más de tu maldad, ¡a mí también me lo debías!”, Nicolás en
ese momento apretó los puños, y acto seguido estampó la agenda con todas sus
fuerzas contra una de las paredes de su habitación.

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