Capítulo 6: ¿Qué estás tramando, Rina? ¡La reñida competencia para chambelán! (2da parte)
Aquella tarde,
terminadas las clases Mandy no fue a su casa. Antes tenía que atender sin
demora un asunto pendiente. Bajó de la combi que la dejó a unas pocas cuadras
de la galería comercial en la que funcionaba la oficina de la hechicera Asura,
y recorrió a pie las concurridas calles hasta llegar a su destino. Rápidamente
subió las gradas hasta que alcanzó el tercer piso. Tocó la puerta adornada con
las brillantes estrellas y la media luna plateada.
–Yo, yo… tengo una duda –Mandy inició la conversación una vez Asura
la invitó a tomar asiento–. Es sobre la nube gris que me salió en la cabeza…
–Te escucho –la hechicera entrelazó sus dedos y apoyó encima el
mentón.
–Demonios, no puedo sacarme de la cabeza la preocupación –Mandy bajó
la mirada y comenzó a juguetear con sus dedos. A continuación, ella levantó el
rostro y contempló a Asura con seriedad–. La nube, ¿qué tan probable es que
vuelva a aparecer? Sinceramente yo espero nunca más volver a verla, pero no
podré estar tranquila hasta que tú me lo confirmes. Ya no puedo más con la duda.
¡Siento que me carcome la cabeza!
–Mmm… Lo mejor será decirte la verdad. La nubes profugus una vez que ya se ha manifestado en una persona, así
se desvanezca en el mundo real, esto no significa que nunca más volverá a
aparecer. Me explico, la nubes profugus
tiene una resistencia increíble, y puede permanecer oculta durante bastante
tiempo sin probar bocado. Se alimenta de cualquier emoción fuerte que se genere
en la persona que la ha creado, sea de la clase que sea, y con una sola comida
puede soportar muchos años de ayuno. Así que el consejo que te di cuando
viniste aquí la última vez sigue tan vigente como en aquel entonces.
–¡Mierda! –se lamentó Mandy, notablemente afectada–. Y yo que pensé
que me dirías que ya nunca más volvería a vérmelas con esa maldita nube. Que
decepción.
–No te pongas así, niña –Asura tuvo compasión de Mandy cuando
contempló el estado de agitación y angustia en el que se había sumido la joven–.
Te prometo que una vez te hagas mi discípula, siempre y cuando pases la prueba
que te haré llevar a cabo, te enseñaré a dominar tanto tus emociones como tu
poder mágico. Ya verás cómo todo se solucionará y ya no tendrás de que
preocuparte…
–¡¿Pero mientras tanto qué?! –Mandy se lamentó jalándose de los
cabellos–. Si esa nube vuelve a aparecer y por su culpa alguien resulta herido…
¡no podré soportar la culpa! ¡Yo no quiero causarle daño a nadie! ¡No quiero
que nadie sufra por mi culpa!
–Relájate, niña morada –Asura agitó la mano derecha en gesto de
pedir calma–. Te aseguro que tu problema no es tan grave como parece…
–¡¿Cómo qué no?! ¡¿Es que no entiendes nada o qué?!
–No te pongas histérica, por favor, y mejor déjame terminar de
hablar.
–Está bien… ¡ah, uhhh, ahhh! –Mandy inhaló y exhaló. Ella poco a
poco consiguió serenarse. Asura aguardó pacientemente.
–Creo que ya estás lo suficientemente calmada como para poder
escucharme. Bien. Te diré lo que deberás hacer cuando una persona sea impactada
por las descargas de tu nube. Obviamente lo ideal sería que logres controlar
tus emociones para que la nube maldita no tenga con qué alimentarse, pero
siendo realistas, me temo que tarde o temprano la nube volverá a aparecer. En
fin, al punto. La solución para librar a alguien de la mala suerte transmitida
por el impacto de las descargas de la nube es sencilla: solo debes darle a esa
persona lo más pronto posible una muestra de afecto y santo remedio.
–¿Eh? –Mandy enarcó una ceja.
–Lo que oyes. Te pondré un ejemplo: digamos que a uno de los chicos
de tu clase le cae una de tus descargas. Inmediatamente tú debes correr y abrazarlo,
y con eso se verá libre de la maldición del rayo. La explicación para esto es
sencilla: al darle una muestra de afecto a alguien tú le transmites energía
positiva, la que al entrar en contacto con la energía negativa transmitida por
la descarga de la nube la neutraliza. Simple, ¿verdad?
–¿Eso es todo?
–Eso es todo. Aunque… debo advertirte que mientras más potente sea
la descarga de tu nubes profugus, la
muestra de afecto que brindes como antídoto deberá ser más intensa. Así que, si
se llega a dar el caso, olvídate de los remilgos y ponte manos a la obra, o
antes de que te des cuenta ya será demasiado tarde.
–¡Glup! –Mandy tragó saliva. La idea de dar una gran muestra de
afecto a una persona X no le gustaba para nada, y menos si se trataba de
alguien que no era de su agrado. Se imaginó a Lorenzo y a Rodrigo recibiendo
las descargas de su nube, y a ella sin más remedio que tener que ofrecerles una
gran muestra de afecto para salvarles la vida. “Dame un besito, nena, solo eso
podrá salvarme”, se imaginó a Lorenzo frunciendo los labios cual si fuera una
gigantesca mosca. “Ven a mis brazos y abrázame, mi amada princesa: ¡solo eso me
librará de la muerte!”, se imaginó a un sudoroso y hediondo Rodrigo
abalanzándosele con los brazos abiertos–. ¡Nooooo!! –Mandy gritó aterrada, en
tanto de un saltó se levantó de su asiento.
Asura se le quedó observando perpleja, aunque al poco rato se echó a
reír. No le costó demasiado adivinar lo que Mandy se habría podido estar
imaginando.
–¡No te burles de mi desgracia, maldita bruja! –Mandy apretó los
puños.
–Cuanto lo siento –aun riéndose, Asura hizo un gran esfuerzo para
hablar–, pero es que no puedo evitarlo… ¡jajaja! Ay, ya no puedo más…
–Me retiro, señora Asura. Gracias por la ayuda –Mandy se levantó, se
dio media vuelta y avanzó hacia la salida, cerrando la puerta con violencia
tras de sí. Ya afuera oyó claramente como la risa de Asura se transformaba en
estridentes carcajadas.–. ¡Grrr!! ¡Bruja atorrante! –Mandy gruñó, y se alejó completamente
indignada.
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