Capítulo 5: ¿Mandy deprimida? La nube de la mala suerte (2da parte)
¡Maldita sea! ¿Porque siempre tienen que pasarme cosas
tan raras a mí? ¿Es que no es suficiente ya con todos los problemas que tengo,
que ahora encima tengo que lidiar con esta maldita nube? ¡Ya estoy harta!
Las muchachas llegaron ante la oficina de la hechicera Asura. Roberta
se adelantó unos pasos y tocó la puerta. Las cuatro chicas vestían el uniforme
del colegio y llevaban sus mochilas en las espaldas, pues acababan de salir de
sus clases.
–Si hay alguien que puede deshacerse de esa odiosa nube de la mala
suerte, esa persona es la hechicera Asura –Bianca le dijo a Mandy.
–¡Mierda! –Estela usó su cuaderno como escudo cuando una chispa púrpura
salió disparada de la nube. Tanto ella como Roberta y Bianca llevaban un
cuaderno en la mano para protegerse. Una llama púrpura se prendió sobre el
cuaderno y al poco rato se apagó.
–Adelante –desde adentro oyeron la voz de la hechicera Asura.
Roberta empujó la puerta hacia adentro e ingresó a la oficina, seguida de Mandy
y las demás. Ni bien la hechicera vio a Mandy con la nube gris sobre la cabeza,
una tenue sonrisa se dibujó en su rostro. “Esta niña es un diamante en bruto. Creo
que por fin he encontrado a la aprendiz que por tanto tiempo he estado
buscando. Me alegra haberte hecho caso, Red-Red”, ella se dijo para sus
adentros.
–Mmm, ya veo –Asura dijo una vez terminó de oír a las chicas. Ella
adelantó el rostro y entrelazó los dedos de sus manos sobre su escritorio–. Lo
que sucede aquí es evidente, jovencitas.
–¿Entonces puede ayudarnos? –Roberta preguntó esperanzada.
–No, chicas. No se preocupen por mí. No quiero que tengan que gastar
más dinero por mi culpa –Mandy intervino.
–Te prestaremos, Mandy. Ya nos pagarás cuando tengas –insistió
Roberta. Las demás chicas asintieron.
–¿Tan mal concepto tienen de mí? –Asura esbozó una sonrisa.
–Todavía nos duele la última sangrada –Estela murmuró.
–Te he oído, muchachita –la hechicera señaló.
–¡Glup! Lo siento –Estela se disculpó–. Solo queremos ayudar a
nuestra amiga. Por favor, haga lo pueda por ella…
–Quisiera saber porque tienen tanta confianza en que podré hacer
algo por su amiga.
–Usted ayudó a Mandy cuando Lorenzo la hechizó con ese odioso filtro
de amor –respondió Roberta–. Y, además, esa vez no le cobró nada a nuestra
amiga por la ayuda. Por eso creemos que en el fondo usted es una buena persona.
–Oh, así que es por eso… supongo que se decepcionarán cuando les
confiese que fui yo la que en primer lugar le proporcionó a Lorenzo el filtro
de amor…
–¡¿Qué cosa?!! –Mandy se levantó de su asiento hecha una furia. La
nube sobre su cabeza ahora soltaba violentos y continuos destellos púrpuras,
además de amenazadores truenos.
–¡Sálvese quien pueda! –Bianca saltó de su asiento y se refugió
detrás de un estante. Roberta y Estela también huyeron despavoridas de sus
asientos.
–Así que tú fuiste la culpable, maldita hechicera –Mandy la señaló
iracunda–. ¿Cómo pudiste hacerme algo así? ¡Nunca te lo perdonaré!! –ella
gritó, y de la nube gris sobre su cabeza salió disparado un grueso relámpago en
vez de las pequeñas chispas de siempre.
–¡Señorita Asura, cuidado! –Roberta gritó. Estela y Bianca se
llevaron las manos a la boca, horrorizadas.
Lo que sucedió a continuación fue tan inesperado y sorprendente que
a las chicas la boca se les cayó hasta el suelo. Resulta que el ave roja
disecada que adornaba el escritorio de la hechicera cobró vida y voló hasta
situarse delante de su ama. Hecho esto abrió la boca y se tragó el relámpago
púrpura. Una vez terminó de comerse el ataque de la nube gris, sus plumas rojas
se transformaron por un instante en lenguas de fuego rojo, que refulgieron e
iluminaron con su intensa luz la habitación. Poco rato después, el ave retornó
a su lugar en el escritorio y volvió a quedarse inmóvil en su forma de animal
disecado.
–Increíble –la furia de Mandy cedió ante el asombro que le produjo
la fantástica escena. Para sorpresa y alivio de Roberta y las demás, la nube
gris se acababa de hacer mucho más pequeña.
–Les presento a Red-Red, mi leal espíritu familiar. ¿Qué les pareció
su pequeña demostración? –les preguntó la hechicera Asura.
Oír nuevamente la voz de la culpable de su humillación en el colegio
provocó que Mandy reavive su ira olvidada. Una vez más su nube gris incrementó
su tamaño y lo amenazador de su aspecto.
–Te propongo un trato… te llamas Mandy, ¿cierto? Como compensación
por lo sucedido con el filtro de amor, por esta vez te ayudaré sin cobrarte ni
un centavo. ¿Qué te parece?
De pronto toda la ira de Mandy desapareció. –¿Lo dice en serio? –ella
preguntó esperanzada.
–Yo siempre hablo en serio –Asura respondió–. Solo hay una pequeña
condición.
–¿Una pequeña condición? ¿Qué cosa?
–No te diré cuándo ni dónde, pero en algún momento me encontraré
contigo y te pediré que pases cierta prueba. Tú deberás aceptar sin rechistar. Esa es mi
condición.
–¿Una prueba? ¿De qué, para qué o qué?
–Quiero comprobar si tienes lo necesario para ser mi discípula.
“¡¿EH?!!”, ni Mandy ni sus amigas se esperaron aquella respuesta. Las
cuatro miraron a Asura completamente desconcertadas.
–Tomen asiento –Asura invitó a las chicas. Una vez las cuatro
estuvieron en sus respectivos lugares, Asura entrelazó los dedos sobre su
escritorio y tomó la palabra–. Recuerdo haber leído alguna vez sobre esa nube.
En los libros antiguos de magia se la conoce como nubes profugus. Esta es una nube repleta de energía negativa, que
para evitar sobrecargarse lanza de cuando en cuando chispas creadas con dicha
energía. El problema es que si una de esas chispas le cae a una persona
inevitablemente ésta tendrá mala suerte. Además, a mayor tamaño de la descarga,
mayor será la cuota de mala suerte que le transmitirá a la persona impactada. Según
dicen los escritos, la nubes profugus
solo se manifiesta en personas que poseen una gran cantidad de poder mágico
pero que no lo saben controlar. En tu caso ya sabemos que tu maldición es la
responsable de que ahora poseas un desbordante poder mágico. Sin embargo, a
pesar de ello, tu maldición no es la principal razón por la que ha aparecido la
nube. Que se haya manifestado la nubes
profugus en ti solo puede ser posible porque seguramente tu ser se ha visto
copado recientemente con la energía espiritual más negativa de todas: la de la tristeza.
Una pregunta, Mandy, ¿te ha sucedido algo malo recientemente? ¿Algún hecho en
concreto que te haya deprimido en gran medida?
–Yo, este… es cierto que tenía una preocupación en mi mente, pero la
verdad…
–Vamos, Mandy, tienes que decirnos que es lo que te pasa. ¡Debes hacerlo
para poder curarte! –la instó Roberta. Estela y Bianca se mostraron de acuerdo.
–Pues… ¿de verdad quieren saberlo?
–¡Claro que sí! –sus tres amigas contestaron al unísono.
–Ok, se los diré entonces. Esta mañana yo me sentía algo triste
debido a cierta preocupación en particular, pero lo que me deprimió hasta el
punto de sentirme la persona más miserable sobre la tierra, fue que ciertas
personas –Mandy se interrumpió un instante para mirar de reojo a sus amigas– no
tuvieron mejor idea que ponerse a enumerarme en la cara todas las desgracias de
mi vida…
–¡COF-COF! –Estela tosió con fuerza–. Bueno, tal vez se nos pasó un
poquito la mano con eso, pero lo cierto es que si lo dijimos únicamente fue
porque nos preocupamos por ti.
–¡Uy sí! Muy preocupadas debieron de estar –Mandy ironizó.
–¡Por Dios, Mandy! ¡No seas injusta con nosotras! –le reclamó
Estela.
–Si desde un comienzo hubieras confiado en nosotras y nos hubieses
contado lo que tanto te preocupaba, lo que por cierto hasta ahora no has hecho,
nada de esto habría pasado –se defendió Bianca.
–Mandy, somos tus amigas –Roberta tomó del brazo a su amiga–: puedes
confiar en nosotras.
–¡Glup! –Mandy tragó saliva. De pronto se purpurizó–. Chicas, no lo
sé, es que yo… ¡me da tanta vergüenza decir esto!
–¡¿Es que no confías en nosotras, tus incondicionales amigas?! ¡No
puedo creerlo! –Estela expresó su indignación.
–Vamos, Mandy. Puedes confiar en nosotras –Roberta la animó.
–Esa preocupación de la que hablan, estoy más que segura que es la
semilla que ha engendrado a la nubes
profugus –intervino la hechicera Asura–. Ya tengo la solución, Mandy: solo
debes resolver ese problema que te agobia tanto y la nube desaparecerá. Tan
simple como eso.
–Yo, bueno, es que… –Mandy se purpurizó aún más. Miró a sus pies y
se puso a moverlos con nerviosismo.
–¿Nos vas a contar sí o no? –Estela ya estaba perdiendo la
paciencia.
–Ah (suspiro resignado). Está bien, les contaré…
Cuando Mandy terminó de hablar sus amigas intercambiaron sonrisas
disimuladas. –¿Solo se trataba de eso? –Roberta le preguntó con cara de “¿es en
serio?”.
–¿Solo? ¡Claro, como tú ya tuviste tu fiesta de quince años por todo
lo alto ahora lo mío te parece poca cosa!
–Pero Mandy, ¿estás segura de que tus padres no te harán nada por
tus quince años? –le preguntó Bianca.
–Ah (otro suspiro resignado). Mis padres me han dicho que con su
situación económica actual solo pueden permitirse hacerme una pequeña reunión
en la casa con algunas amistades. Ellos no se enteran de que voy a cumplir
quince años. ¡Quince años, maldita sea! Por lo visto mi sueño de tener un
quinceañero por todo lo alto se quedará únicamente en eso, en un sueño y nada
más –Mandy terminó de hablar en un tono tan triste y lastimero que sus amigas
no pudieron evitar compadecerse.
–Hechicera Asura, ¿no hay otra forma para ayudar a Mandy? –Roberta
preguntó.
–Mmm, hasta donde recuerde no… a Mandy solo le queda o bien superar el
agobio que le genera su problema, o bien resolverlo. De todas formas,
consultaré en mis libros a ver si encuentro algo más.
–Ahh (el tercer suspiro de Mandy le salió tan triste que sus amigas
pensaron que se pondría a llorar).
Mañana del día siguiente. En la clase Mandy seguía tan deprimida
como el día anterior. Llegó el recreo y las muchachas salieron rumbo la
cafetería. Estela y Bianca intentaron animar a su amiga y hasta le ofrecieron
invitarle lo que quisiera del quiosco. Con pesar Mandy terminó aceptando y
pidió un sándwich triple de pollo, un jugo y una bolsa grande de papas fritas.
–Se aprovecha de nuestra nobleza, la muy pilla –Estela se lamentó
con Bianca mientras se dirigían al quiosco para hacer los pedidos.
Mandy apoyó las mejillas sobre las palmas de sus manos y soltó una
exhalación lastimera. Su mirada se perdió por entre los recovecos de su abatida
mente.
–¡Wow, así que era cierto lo de la nube maldita! –una conocida voz
perturbó el ensimismamiento de Mandy–. ¡¿Es que no te cansas de siempre llamar
la atención con tus babosadas?! –añadió Rina.
–¿Qué haces tú aquí? –Mandy le preguntó con voz triste.
–Cielos, Roberta, así que era cierto lo de la depresión de la
moradita –Rina comentó con la mencionada.
–¿Roberta? –Mandy dirigió una mirada inquisidora a su amiga–. ¡¿Tú
has traído a esta insoportable para que se burle de mí?! ¡¿Cómo pudiste
traicionarme así?!
–¡No! –Roberta se defendió con vehemencia–. Si le conté de tu problema
fue para ayudarte…
–¡¿Le contaste de mi problema?! –Mandy se pudo de pie y chancó la
mesa con ambas manos. La nube sobre su cabeza comenzó a soltar violentos
destellos púrpura.
–Rina es millonaria, así que pensé que tal vez podría prestarte
dinero para tu fiesta…
–¡¿Prestarme yo dinero de Rina?! ¡¿Cómo se te pudo ocurrir semejante
idiotez, Roberta?! ¡Esta tipa y yo somos enemigas, ¿es que no te has enterado?!
–Mandy, Mandy, no te pongas tan intensa –Rina la rodeó con el brazo–.
Antes que enemigas ambas somos mujeres. Entiendo perfectamente tu preocupación,
es cierto que para toda chica su fiesta de quince años es lo más importante, y
por lo tanto una siempre querrá que esta se celebre por todo lo alto. Mandy,
nosotras no solo somos compañeras de año, por encima de eso nosotras somos
compañeras de maldición, ¿eso no nos hace, de algún modo, tan cercanas como si
fuésemos hermanas?
–¿Qué es lo que tramas, Rina?
–¿Yo? Por supuesto que no tramo nada, tontita. Es solo que tu amiga
Roberta con sus insistentes ruegos me ha terminado convenciendo de ayudarte.
Además, ahora que lo pienso bien, ayudándote a ti también estaré ayudando a
todo el colegio, ya que si desaparece de tu cabeza esa detestable nube gris ningún
estudiante más será víctima de sus peligrosas descargas.
–Lo dices como si mi presencia fuera una desgracia para todos…
–¡Exacto! No pudiste expresarlo mejor.
–Te odio…
–Yo también, pero a pesar de ello te ayudaré.
Mandy se quedó perpleja. –¿No me estás jugando una broma? ¿De verdad
piensas prestarme dinero para mi fiesta?
–No solo te prestaré dinero: ¡Yo misma me encargaré de la
organización de tu fiesta!
Mandy y Roberta intercambiaron miradas perplejas. Ninguna de las dos
se lo podía creer.
–No lo entiendo, ¿Por qué me ayudas? ¿Qué es lo que ganas con ello? ¿Qué
pretendes conseguir?
–Ya te dije que nada –Rina sonrió–. Te organizaré tu fiesta soñada únicamente
para demostrarte que soy una persona de buen corazón, y no la ogra malvada que
tú piensas que soy.
–¿Qué dices tú, Roberta? ¿Puedo confiar en la persona que declaró
públicamente que yo era su peor enemiga?
–Yo, yo… bueno, si lo pones así…
–¡Está decidido, entonces! –Rina se apresuró en exclamar, y se acercó
a Mandy para darle un par de amistosas palmaditas en el hombro–. Durante esta semana
te contactaré para coordinar los pormenores de tu fiesta. Me aseguraré de que
sea la fiesta de quince años más increíble que haya visto jamás esta ciudad en
toda su historia.
Dicho esto, Rina se marchó, dejando a Mandy con la boca abierta e
incapaz de pronunciar palabra alguna.
–¡La nube, Mandy, la nube! –Roberta señaló de pronto–. ¡Ha
desaparecido por completo!
Mandy no se lo podía creer. Miró a su amiga con el rostro
desencajado, incapaz de dar crédito a lo que acababa de sucederle.
🤩 Si te gustó el capítulo, no te olvides de hacérmelo saber en los comentarios y de recomendarlo con tus amigos. ¡Hasta la próxima! 👋
😻¡Infinitas gracias por leerme!😻

Comentarios
Publicar un comentario