Capítulo 3: ¿Lorenzo en peligro? ¡El sorprendente poder de la carta roja del amor! (1era parte)

 


Lorenzo rebuscó una vez más entre los viejos libros y trastos que su tío guardaba en los estantes de su diminuto local.

–¡Tiene que haber algo por aquí que me sirva, tiene que haberlo! –Lorenzo se repitió a sí mismo, en tanto escarbaba con ambas manos como un desquiciado.  

–¡Sobrino! –su tío acababa de regresar al local.

–¡Tío! No te demoraste ni un segundo –Lorenzo soltó un respingo. A él se le había escarapelado el cuerpo cuando oyó la voz de su tío, pues él le tenía terminantemente prohibido rebuscar entre sus cosas. El susto le hizo retroceder, y sin querer con la cadera hizo caer la ruma de libros que había acumulado a un lado de la mesa mientras buscaba. Rápidamente él se agachó para recogerlos, y al poco rato comenzó a toser por culpa del polvo que se levantó.

–Lorenzo, ¿Cuántas veces te he dicho que no curiosees en mis libros y escritos? –el brujo Arsénico se acercó a su sobrino y lo levantó del suelo de un tirón.

–¡Ayayayayy!! –Lorenzo se quejó–. ¿De qué me hablas, tío? Yo solo quería ayudarte a ordenar todo este chiquero, ¿y así es como me lo agradeces? 

–No me mientas, muchachito tonto –el brujo Arsénico lo regañó–. Titi ha visto todo –él señaló a su cuy, el cual se levantó sobre sus cuartos traseros y aferró sus manitas delanteras a los barrotes de su jaula.

–Rata soplona –Lorenzo le gruñó.

Titi hizo resonar la jaula con violencia, enojado tras haber oído a Lorenzo llamarle “rata soplona”.

–¡Ya no me importa nada, tío! ¡Puedes castigarme, si quieres! –Lorenzo de pronto se dejó caer sobre el sillón del escritorio de su tío. De inmediato se llevó las manos al rostro y exclamó dando alaridos: “¡ay de mí, ¿por qué tendré que ser tan desgraciado?!”.

–Vamos, vamos, Lorenzo. ¡No seas tan exagerado! Haber, dime: ¿Qué cosa puede ser tan grave que ya ni te importa que te castigue? –el brujo Arsénico jaló un banco plegable y se sentó al lado de su sobrino.

–Déjame solo con mi dolor –Lorenzo respondió desanimado.

–¡Oye, no seas así! ¡Vamos, habla! ¡Habla, mocoso del demonio! –el brujo Arsénico comenzó a zarandear a su sobrino.

–¡Ya basta!! –llegó un momento en el que Lorenzo ya no pudo soportar más el acoso–. ¿Quieres que te diga lo que me pasa? Pues bien, te lo diré. Lo que pasa es que la chica a la que amo, por la que late mi corazón… ¡pum, pum!

–¿Pum, pum? ¡Jajaja! Ahora entiendo porque no te hace caso… ¡jajaja!

–¿Y así dices que te preocupas por mí? –Lorenzo se quejó.

–¡Perdón, perdón! Continua.

–La chica que me gusta no me hace caso, por más que me esfuerzo ella solo me ignora y se burla de mí. Ella no entiende que lo que siento por ella es real, ¡es amor sincero!

–Sobrino, lo oigo y no lo creo: ¿tú, enamorado? ¿Tú, en serio tú, el ser más pervertido que pueda existir sobre la faz de la tierra?

–Para que veas que los guapos también nos enamoramos.

–Bueno, bueno, de regreso al mundo real, estábamos en que la chica que te gusta no te hace ni pizca de caso.

–Así es… ¡No te burles de mi desgracia, tío!!

–Ya, ya, sigue contándome tu novela nomás, sobrino.

–¡Ah! Lo que te estaba diciendo es que esa chica no me hace ningún caso. ¡Y lo peor de todo es que cuando por fin tuve la oportunidad de besarla, llegó cierto impertinente para malograrlo todo! ¡¿En serio puedo tener más mala suerte que esa?! ¡Qué desgraciado soy!!

–Un momento… ¿estabas hablando de la chica maldita? ¿La chica que te gusta es la muchacha morada llamada Mandy?

–Ella misma. Por dios, tío: ¡pero si toda la semana me la pasé explicándote mi plan!! ¡¿Por qué miércoles tuviste que aparecerte en el momento más inoportuno?!

–¡¿Es en serio?! ¿Y así dices que no eres un pervertido? Besar a una chica aprovechándote de la situación; ¡Uy, sí, eso es amor sincero y verdadero! ¡Me has conmovido con tal nivel de romanticismo!

–¡¿Y qué más quieres que haga?! De alguna forma tengo que demostrarle mis sentimientos. ¡Ya te he dicho que estoy perdidamente enamorado de Mandy!

–Mandy, la niña morada. Debo advertirte que la maldición que la aqueja la hace alguien muy peligroso, sobrino. Un peligro tanto para los demás como para sí misma. Su carácter tan temperamental es el mayor problema. ¡Carajo!, ¿Por qué en la familia siempre terminamos enamorándonos de una loca?

–Le voy a decir a la tía –Lorenzo esbozó una sonrisa maliciosa.

–Pues entonces ya no te ayudaré. Y mira que me ya me estabas convenciendo.

–¿Alguien aquí dijo la palabra loca? –Lorenzo negó con la cabeza.

–¡Jajaja! Así me gusta, sobrino.

Transcurrió cerca de un minuto en el que solo hubo silencio.

–¿Y bien? –preguntó Lorenzo.

–¿Y bien qué?

–¡¿Cómo que qué?! ¡¿No se supone que ibas a decirme qué hacer para que Mandy se enamore de mí?!

–Ah, eso…

–¡Sí, eso! Ahora dime, tío, ¡dime! ¿De qué se trata? ¿Una fórmula mágica? ¿Un amarre invocando a los apus? ¿Una pócima? ¡Dime!

–Nada de eso.

–¿No? ¿Y entonces qué es? ¿Cómo puedo hacer para que Mandy se enamore perdidamente de mí?

–Haciéndote hombre.

–¡Tío!! –Lorenzo se quejó. Su tío estalló en carcajadas.

“Otra vez me ha vuelto a tomar el pelo… ya estoy viniendo por varios días aquí con el único propósito de hallar alguna pócima o hechizo secreto, pero hasta ahora todo ha sido en vano. ¡Y lo peor es que encima tengo que aguantar las crueles bromas de mi tío!! Mira todo lo que tengo que hacer por lo nuestro, mi amada Mandy… ¡ah, como duele el amor!”.

Al día siguiente, apenas salió de clases, Lorenzo se dirigió una vez más al negocio que atendía su tío. “Cuando tenga que irse el baño será mi oportunidad. Dado que esa pocilga no tiene baño, obligatoriamente debe salir rumbo al baño del mercadillo de al lado. El problema es que el muy listo siempre se las arregla para volver en un instante… aunque ahora eso ya no pasará, y todo gracias al poderoso purgante que me he conseguido, ¡ji ij iji! Soy un genio”, Lorenzo celebró para sus adentros.

–¡Uy, qué rico! Me trajiste tamal, sobrino. Espero que sea de chancho, sabes que es mi favorito –el brujo Arsénico se relamió cuándo Lorenzo tras saludarlo le mostró el alimento.

–¡Claro que sí, tío! Te lo manda mi mamá. Como sabe que ahora te vengo a visitar casi todos los días…

–Agradécele de mi parte a tu mamacita –el brujo Arsénico cogió el tamal de un manotazo y lo engulló con avidez. Si un defecto tenía su tío, Lorenzo lo conocía de sobra, ese era el de la gula.

–¡Oyoyyoyy! –al poco rato al tío de Lorenzo le comenzaron los retortijones–. ¡Ya no puedo más, se me desborda la torrentera! ¡Cuídame el puesto, sobrino!! –el brujo salió corriendo rumbo al mercadillo.  

Lorenzo lo observó alejarse en tanto intentaba aguantarse la risa. Cuando lo perdió de vista ya no se controló más y estalló en carcajadas. –Ahora sí, manos a la obra –él se sobó las manos, y comenzó con su búsqueda.


🤩 Si te gustó el capítulo, no te olvides de hacérmelo saber en los comentarios y de recomendarlo con tus amigos. ¡Hasta la próxima! 👋

😻¡Infinitas gracias por leerme!😻

Comentarios

Entradas populares

EL ANILLO DEL REY NIBELUNGO (2DA PARTE)

CAPÍTULO I (1ERA PARTE)

Capítulo 1: ¿Qué rayos me ha pasado? ¡La maldición de Daysy entra en acción!