Capítulo 2: ¡De paseo en el festival chino!
Toda esta semana el colegio ha sido muy estresante: ¡tareas y exámenes como no tienen idea! ¡Vaya tortura! Y por si eso fuera poco, resulta que ahora tengo que aprender a controlar mis emociones para no morir en el intento. En serio, ¡Qué mierda de suerte la mía, ya estoy harta! No, no, no, vamos Mandy, nada de enojarte, la vida es un campo de rosas y pastel, así que tú debes desechar las emociones negativas. Sí, eso es. Inhala, exhala, relájate, sí… además, no todo es tan malo, por supuesto que no. ¿Alguien dijo festival chino este fin de semana? ¿Cómo les quedó el ojo? Para que vean que también puedo divertirme como cualquiera. ¡Ah! (suspiro), y lo mejor de todo es que quien me ha invitado a ir al festival es nada más y nada menos que mí amorcit… ¡ejem! Que mi buen amigo Xian. ¡A-M-I-G-O!, ¿les quedó claro? ¡Así que no se imaginen tonterías! ¿Estamos? Miren que pensar que yo estoy enamorada. ¡JA! Son los hombres quienes tienen que enamorarse primero de mí. ¿Que por qué? Pues obvio, microbio, porque dada mi belleza y simpatía ese es el orden natural de las cosas: ¡DO!!
***
Mandy y Xian caminaban por una de las aceras de la avenida Ejército.
Ambos llevaban gorros para protegerse del sol de aquellas horas del día, aunque
la verdad es que el clima estaba tan loco que luego de andar un trecho el cielo
que a aquella hora debía mostrarse soleado y despejado pasó a convertirse en un
cielo gris y nublado. Los muchachos llegaron al Óvalo Grau y cruzaron la pista.
–Oye, Xian –Mandy le dijo mientras observaba hacia el volcán Misti,
cuya cima se elevaba por encima de los árboles que crecían en el malecón
Bolognesi–: te agradezco por haberme invitado al festival chino. De verás que
lo necesitaba.
–Vamos, Mandy. ¡Anímate! –Xian tomó del hombro a su amiga y le
sonrió mientras la zarandeaba con suavidad.
–Estoy animada, ¿acaso no se me nota?
–¿Quieres que te sea sincero? Pues no.
La verdad es que Mandy no sonaba en aquel momento muy contenta que
digamos. Su tono, por el contrario, ponía en evidencia que algo la tenía
preocupada. –¡Jajaja! ¡Bobo! –Mandy intentó disimular su malestar.
–¿Sigues preocupada por lo que te dijo ese brujo?
–¡Ah! Mira que bella vista –Mandy se detuvo a mitad de camino en el
puente Grau, y apoyando los brazos sobre la baranda observó el horizonte. Abajo
el rio Chili avanzaba caudaloso por su cauce, más atrás casas de techos a dos
aguas de tejas rojas conformaban un bello paisaje mezclándose con los árboles
de la urbanización, y más al fondo, majestuoso como un rey gigantesco, el
volcán Misti se elevaba coronado por la nieve.
–¡Hey! –Xian se colocó a su lado, y también apoyó los brazos en la
baranda–. No intentes cambiarme de tema.
–¡Pues claro que me preocupa! –Mandy ya no pudo contenerse más y respondió
con un grito. De pronto le dieron unas terribles ganas de llorar, pero se las
aguantó porque no quería que Xian la viese en su estado vulnerable. Ella ocultó
su rostro de Xian regresando la vista al horizonte, en tanto que
disimuladamente se limpió un par de lágrimas que le asomaron. El viento agitó grácilmente
sus cabellos púrpuras. Mandy soltó una exhalación.
–Ese brujo es tío de Lorenzo, ¿cierto? No lo sé, Mandy, no es por
hablar mal de nuestro compañero, pero él no me parece alguien demasiado confiable
que digamos. Tal vez su tío sea igual, hasta puede que todo se trate de una
broma de Lorenzo. ¿En serio confías en lo que te dijo ese señor?
Mandy dirigió nuevamente el rostro hacia su amigo. Aunque su orgullo
no le dejó admitirlo, en el fondo le reconfortaba el que Xian se interese por animarla.
–Todo lo que me dijo explicaba perfectamente la causa de los
extraños sucesos que se dieron durante mi pelea contra Marianito –ella dijo
tras un breve silencio–. Su discurso fue demasiado convincente y preciso como
para ser un simple invento. Llámalo una corazonada, no lo sé, pero cuando oí lo
que me dijo supe en el acto que no me estaba mintiendo.
–Ya veo –Xian apoyó las mejillas sobre las palmas de sus manos–. Pero
él también dijo que te ayudaría, ¿cierto? Así que no todo está perdido, después
de todo. Además, si todo se trata de que aprendas a controlar tus emociones, yo
puedo ayudarte con eso… ¡ya sé! Me convertiré en tu terapeuta para que ya no
seas una chica tan alocada…
–¡¿Cómo que alocada?! ¡Respétame, estúpido! –Mandy le dio a su
compañero un manotazo en el brazo.
–¡Uf! Ya veo que me espera una ardua labor como tu terapeuta…
–¡Jajaja! Chistosito estás, ¿no?
–Pero yo hablaba en serio…
–¡Ay, ya cállate y mejor sigamos caminando que llegaremos tarde al
festival! –Mandy cogió de la mano a Xian y lo jaló para que la siga.
–¡Vayan de uno, tortolitos! ¿No ven que la acera es demasiado
angosta para estar caminando agarraditos de la mano? –una señora que venía en
dirección contraria les increpó a los muchachos cuando le interrumpieron el
paso.
–¡Mierda! –Mandy apartó lejos de sí el brazo de Xian, como quien
tiene una serpiente venenosa entre las manos y desea alejarla lo más rápido
posible para evitar que le muerda–. ¡Apúrate, tonto, que quiero llegar
temprano! –Mandy, totalmente purpurizada, corrió por la estrecha acera, dejando
atrás a su compañero.
–¡Hey, Mandy! ¡Espérame! –Xian corrió tras la muchacha–. ¿Pero qué
mosca le ha picado a esta mujer? –él se quejó mientras corría para tratar de
alcanzarla.
–¿Y a estos dos que les pasa? –la señora se preguntó, sorprendida
por la inesperada reacción de los chicos–. ¡Bah, para lo que me importa! –ella se
dijo, aunque de inmediato volteó para ver alejarse a la curiosa pareja–. Por
cierto, esa chica morada que bien disfrazada iba. Qué raro, si todavía falta mucho
para Halloween…
Mandy corrió sin descanso por la avenida Juan de la Torre, hasta que
finalmente se detuvo en las bancas situadas en el paradero de San Lázaro. Se
tomó de las rodillas en tanto respiraba por la boca. Algunos segundos después
Xian llegó a su lado.
–¡¿Se puede saber porque te alejaste, así como así?! –Xian le preguntó,
también algo agitado.
–Ya te dije, quiero llegar temprano al festival.
–Ten paciencia, Mandy. El festival no se moverá de su sitio.
–¡Muévete, tortuga! –de improviso Mandy reanudó su carrera.
–¡¿Es que yo hablo chino o qué?! –Xian se lamentó, y sin más remedio
fue tras su amiga a toda carrera.
Tras algunos minutos de correr, los muchachos finalmente llegaron a
su destino. Esto es al parque de Selva Alegre, en donde se estaba desarrollando
el concurrido festival. Cantidad de vendedores ambulantes se apiñaban cerca de
la entrada y con las justas dejaban espacio para que la gente que llegaba pueda
ingresar al parque.
–¡Qué bonito! –Mandy se detuvo frente a un arco rojo de diseño chino
que había sido emplazado en la entrada. Muñecos de pandas en tamaño real daban
la bienvenida a quienes ingresaban. Xian sacó dos boletos y se los mostró al
hombre de seguridad. Al lado mucha gente hacía cola para recién comprar los
boletos.
–Cielos, Xian –Mandy le dijo a su amigo una vez ingresaron–. Me
siento mal porque tengas que pagarme la entrada… encima que a tu padre le debo
todavía lo de la antena, además del dinero de las clases y del traje de combate.
¡Qué vergüenza!
–Por lo de la antena no te preocupes, Mandy. ¿Es que ya no recuerdas
el trato que hiciste con mi padre? Tú venciste a Marianito en el combate que
pactaron, y gracias a ello él tuvo que cumplir con la promesa que te hizo de ya
no molestar más a nuestros estudiantes. Cumpliste con lo que le ofreciste a
papá, así que para él esa deuda ya está saldada. Y por el boleto ni te
preocupes. Este festival lo está auspiciando la universidad en la que estudia
mi hermano. De hecho, Jet es uno de los organizadores, así que le han dado
muchos boletos gratis.
–Un momento… ¿Gratis? ¡Haberlo dicho antes! Y yo que ya me estaba sintiendo
mal. ¡Eres un misio! –Mandy le sacó la lengua a su amigo, y a continuación se
echó a reír.
–¿Misio yo? Mira quien habla…
–¡Oooh!! ¡Mira, mira! No sabía que tenían dinosaurios de tamaño real
en este parque. ¡Se ven tan geniales! –Mandy se fue corriendo hacia el desvío
del camino de piedras. Resulta que en esa zona del parque sobre el pasto habían
sido colocados muñecos en tamaño real de diversas especies de dinosaurios. Las
figuras lucían tan reales que todos los que pasaban por allí inevitablemente se
detenían a tomarse fotos y a contemplar el homenaje a tan majestuosas y
aterradoras criaturas del pasado.
–¡Tómame una metiendo la cabeza dentro de la boca de este dientón! –Mandy
le tendió su celular a Xian y a continuación introdujo la cabeza en la cabeza
de un espinosaurus–. ¡Ahora una de perfil! Como si este dinosaurio me estuviese
atravesando la garganta con su cuerno –esta vez Mandy se puso delante de la
cabeza de un triceratops.
–¡Cuánto gore! –Xian rio
mientras tomaba la fotografía.
–¡El gore es vida,
hermano! Y no te rías tanto que ahora te toca a ti posar, princeso –Mandy le
pidió a Xian su celular.
–¿Yo? –Xian se señaló el pecho.
–¡No seas gallina! Así que apúrate y corre a que el T rex te coma, ¿ok?
–Mandy le ordenó.
–¿Por casualidad no quieres que también me deje aplastar por ese
cuello largo de allá? –Xian sugirió con ironía cuando pasó por el lado de
Mandy.
–¡Buena idea! Pero primero que te coma el T rex.
–¡Hola, Xian! –una repentina voz agarró por sorpresa a los chicos.
Xian y Mandy descubrieron al girar que la dueña de aquella voz era Martina.
–¡Hola! –Xian corrió a saludar a su amiga.
–¡Gracias por haberme invitado! ¡Me moría de ganas por venir al
festival chino!
–¡Martina, qué sorpresa! –haciendo de tripas corazón para mantener
la compostura, Mandy se acercó a saludar a la recién llegada.
–¡Hola, Mandy! –Martina le devolvió el saludo–. ¿Así que Xian
también te invitó?
–Pues si –Mandy respondió de mala gana.
–Xian, ¿y los demás? –Martina le preguntó.
–Supongo que ya estarán por aquí –Xian miró en derredor.
–¿Los demás? –Mandy no se lo podía creer.
–Mi hermano me dio muchas entradas para que invite a mis amigos. Así
que las he repartido entre varios de mis compañeros del colegio.
–Oh –Mandy expresó con voz apagada. Toda su alegría y emoción se
esfumaron de golpe. “Eres un idiota”, ella gruñó para sus adentros.
–¡Xian!! –una nueva voz se unió a la reunión. Esta vez Mandy no tuvo
ni que mirar para ya saber de quien se trataba.
–¡Hola, Rina! –Xian se acercó a saludar a la mencionada.
–Mucho gusto, compañero. ¿Cómo estás? –Rina le estrechó la mano.
–Vaya, Rina, no sabía que eras tan respetuosa en los saludos.
¡Cuanta elegancia! –Martina observó cuando a ella Rina también la saludó
estrechándole la mano.
–¡Ja! Sí, como no… lo que pasa es que si te saluda con beso tu pobre
mejilla va a terminar más agujereada que un queso –Mandy comentó con sorna.
–¿Eh? ¿De qué estás hablando? –Martina la miró intrigada.
–¡Mandy! –Rina pronunció el nombre de su enemiga con ira apenas contenida–.
Mira que ni me fijé que estabas aquí –ella se le acercó amenazante.
–Pero… ¡¿cómo no me vas a ver, Rinita?! ¿No me digas que también te
han salido espinas en los ojos?
–¡Jajaja! Pero que bromista eres… ¡fenómeno de circo!
Ambas muchachas se apuñalaron con las miradas.
–Chicas, voy a ir a ver qué quiere mi hermano, pues me acaba de
llamar, ¿me acompañan? –Xian se acercó en gesto conciliador a las dos chicas
maldecidas.
–¡Con mucho gusto! –Rina como por arte de magia recuperó la
compostura.
–Vamos –Mandy hizo lo propio.
–Cielos, amigas, ¿hasta ahora siguen peleadas por el incidente de aquella
vez a la salida del colegio? –Martina les preguntó a las muchachas mientras
avanzaban junto con Xian.
–¿Hubo un incidente en el colegio? –Mandy preguntó poniendo cara de
sorprendida.
–Eso mismo me pregunto yo, Martinita. Fíjate que ni enterada –Rina fingió
extrañeza.
–¡¿Cómo que no se acuerdan?! ¡Me refiero al beso que…! –Martina no
pudo completar la oración porque de inmediato Mandy y Rina le taparon la boca al
unísono y se la llevaron hasta detrás de un árbol. Xian ni se percató, pues caminaba
presuroso por llegar lo más pronto posible a donde su hermano.
–¿Seguimos? –Rina invitó a Mandy a avanzar.
–Después de ti –Mandy respondió con cortesía.
Ambas reanudaron su marcha por el camino empedrado. En tanto Martina
yacía tendida bajo la copa del árbol, con pajarillos imaginarios revoloteándole
por la cabeza. –Solo tenían que pedirme que no querían oír nada sobre aquel
incidente, ¡par de brutas! –ella se lamentó con voz desfalleciente, y a
continuación perdió el conocimiento.
–Chicas, por fin llegan –Xian fue a por las muchachas cuando las vio
acercarse. Él estaba debajo de un estrado, en compañía de Jet, quien iba
vestido con un elegante traje rojo de antiguo príncipe chino.
–Lo que pasa es que nos entretuvimos admirando esos geniales animales
mitológicos chinos hechos con papeles de colores –se excusó Mandy.
–Así es, ¡quedé fascinada! –añadió Rina.
–Pues deberían esperarse a que anochezca, pues a esas horas se
iluminan con unas luces que tienen en su interior. ¡Se transforman en hermosas
antorchas multicolores! –les indicó Xian.
–¡Que hermoso! –exclamó Rina.
–¡Ya quiero que anochezca para verlo! –manifestó Mandy.
–Por cierto, chicas: ¿no venía Martina con ustedes?
–¿Martina? No, pensábamos que se había adelantado contigo –se
desentendió Mandy.
–De un momento a otro la perdí de vista –Rina se encogió de hombros.
–Bueno… supongo que ya se aparecerá después. Seguro se habrá encontrado
con alguien de la clase –dedujo Xian.
–¡Oye, hermano! Coméntales pues a tus amigas de lo que te hablé –Jet
le recordó.
–¡Cierto! Chicas –Xian se acercó a las muchachas–: mi hermano me ha preguntado
si les gustaría participar en uno de los números que se presentarán en el
escenario. Me ha comentado que no será algo demasiado complicado y que le
gustaría mucho poder contar con su apoyo.
–¿Nosotras? ¿Participar del show? –Mandy y Rina se señalaron
confundidas–. ¿De qué se trata?
–No lo sé. Mi hermano no me ha dado los detalles –Xian se encogió de
hombros.
–Lo que sucede es que necesito de dos personas que sepan algo de
artes marciales –explicó Jet–. Rina, ¿verdad? Mi hermano me ha comentado que tú
sabes karate. Y tú, Mandy, pues tú entrenas en nuestra escuela, así que algo se
te debe de haber quedado de las clases.
–¿Pero para qué nos necesitas exactamente? –preguntó Mandy–.
¿Podrías ser más específico?
–Por primera vez en mi vida estoy de acuerdo con la boba, ¡explícate
bien, hombre! –señaló Rina.
–Ya oíste a la chica cactus, Jet, así que responde de una buena vez.
–¿A quién llamas chica cactus, moretón con ojos?
–Pues a quien más, a ti, mi querida boca de tuna.
–Ciruela podrida.
–Erizo feo.
–Moco de mutante.
–Cara de…
–¡Hey, chicas, hey! –Jet se interpuso en medio de las muchachas–. ¿Me
van a dejar hablar? ¿Sí o no?
–¡Pues habla de una vez!! –las chicas le gritaron. Jet no pudo
evitar encogerse ante tan fieros rugidos.
–¡Ejem! –al poco rato Jet se aclaró la garganta y fingió que nada había
pasado. Aunque esto le resultaba algo difícil estando en medio del cruce de
miradas asesinas que constantemente se dirigían las muchachas. Una línea de
sudor le bajo por la frente–. Bien, iré al grano –él comenzó, pero le salió un
gallo–. ¡Ejem! –Jet volvió a aclararse la garganta–. Como les decía, iré al
grano. Resulta que como parte del espectáculo cultural chino hay un número que
consiste en la presentación de una rutina de dos artistas marciales expertas en
wushu, quienes ejecutarán una duilian…
–¿Qué-QUÉ? –Mandy giró su cabeza hacia los lados un par de veces y
luego abrió la boca en gesto de “¡¿Podrías hablar en cristiano?!”
–Explícate bien, por lo que más quieras –le solicitó Rina.
–¡Ok, ok! –Jet entornó los ojos–. Una duilian es una demostración en donde dos personas simulan un
combate de artes marciales tradicionales chinas. Puede ser con armas o sin
armas. El punto aquí es que…
–¡Oye, oye! Un segundo, cerebrito: ¿cómo es eso que un combate
simulado? –Mandy lo interrumpió–. Ósea, ¿insinúas que esas dos personas solo
fingirán que pelean? Es el colmo. ¡No es justo que le mientan así al público!
Que mal, muy mal, en verdad…
–¡Obviamente se le explica al público que el espectáculo es fingido,
tonta! Si no me hubieras interrumpido, ya habría terminado de explicarles que
el objetivo aquí es presentar una coreografía de batalla, en pocas palabras,
una exhibición. Les aseguro que cuando vean a las dos expertas chinas que hemos
traído al festival ejecutando su duilian,
se quedarán con la boca abierta…
–Oh, ya entendí, ¡sorry! –Mandy
sacó ligeramente la lengua y rio.
–Me imagino que debe ser un show increíble, sobre todo si lo hacen con
armas reales –intervino Rina–. Pero lo que no entiendo es: ¿qué pintamos acá
nosotras dos?
–A ese punto quería llegar –Jet levantó el dedo índice–. Lo que pasa
es que cuando mi hermano me comentó que las había invitado a ustedes a venir al
festival, se me ocurrió que podrían retar a las chicas chinas con una duilian representada por ustedes dos.
Verán, lo que pasa aquí es que en las competiciones internacionales de wushu, en las duilian se enfrentan varias parejas que realizan cada una su rutina
frente a un jurado, y al final ese jurado califica cada rutina con un puntaje.
Es como si se tratase de una competencia de gimnasia o de patinaje artístico
sobre hielo. Quiero que el público experimente la adrenalina y emoción que
siente la gente cuando acude a estas increíbles competiciones. Solo son dos las
artistas marciales que han venido para el show, por lo que para que pueda darse
la competencia es necesario contar con otra pareja más, así que, ¿qué dicen?
¿Aceptan el reto?
–Déjame entenderte bien, ¿quieres que yo, una experta en karate kyokushinkai, haga pareja con una novata
tan torpe? –Rina se llevó la mano al pecho y rio con sarcasmo–. Pues déjame
decirte, amigo, que pasar vergüenzas no es parte de mi estilo de vida, así que
allí nomás con tu propuesta.
–¡Ja! –Mandy intervino–. ¿Novata, yo? Se nota que nunca me has visto
pelear, mamita. ¡Xian! ¡Ven aquí! –ella llamó a su amigo, quien en ese momento
conversaba con unos compañeros de su salón con los que acababa de encontrarse.
–¿Qué pasa, Mandy? –Xian se acercó.
–Dile a esta señorita como yo, Mandy Carpio, vencí al mejor alumno
de la escuela de judo que abrió en nuestro barrio.
–¿Es cierto eso, Xian? –Rina enarcó una ceja. No se lo podía creer.
–En efecto, eso pasó. Yo mismo estuve allí, je je –Xian se rascó la
nuca–. Aunque el detalle aquí es su oponente era tan solo un ni…
–¡Xian, un mosquito te va a picar! –Mandy lo interrumpió con un
palmazo en la mejilla–. Listo, ya lo maté.
–¡Oye, eso me dolió! –Xian se quejó.
–¿Qué? Pero si te di quedito nomás.
–Xian, decías que el detalle con el oponente de Mandy es que era tan
solo un… ¿qué? ¿Me parece o escuche que ibas a decir NIÑO? –Rina hizo hincapié
en la última palabra.
–Xian iba a decir un NIVEL DIOS, ¿verdad, Xian?
–¿Ah?
–¡Otro mosquito! –Mandy levantó la mano.
–¡Claro, nivel dios es lo que iba a decir! –Xian se apresuró a
responder.
–Mmm… sí como no –Rina se cruzó de brazos en tanto le dirigió una
mirada desconfiada a Xian.
–Por cierto, chicas, ¿mi hermano ya les dijo para qué las necesitaba?
–Xian cambió de tema.
–Quiere que participemos como las oponentes de la pareja de chinas
expertas en wushu –contestó Mandy–.
¿Tú que nos recomiendas, Xian? ¿Aceptamos?
–¿Cómo? –Xian no se esperó aquello, y así lo hizo notar. Sin tiempo
que perder fue a donde su hermano–. ¿Me disculpan un momento, chicas? Tengo que
hablar de algo con este individuo que lamentablemente es mi hermano –Xian se llevó
a su hermano a un apartado.
–¡Jet, ¿estás loco o qué?! –le increpó a su hermano una vez
estuvieron solos–. Yo creí que les pedirías algo sencillo, no lo sé, ser
modelos en la exhibición de vestimenta tradicional china, o ayudantes del
payaso en el número de las figuras con globos. ¿Pero esto? ¡Lo que tú quieres
es que a esas dos las humillen!
–Me sorprendes, hermanito. ¿Cómo lo supiste? ¿Eres telépata o qué?
¡Porque me acabas de leer el pensamiento! ¡Exacto! Justo eso es lo que quiero.
Mira, te lo voy a explicar. Mandy y Rina saldrán primero, y harán su show…
saben de artes marciales, así que no lo harán tan mal, o bueno, eso espero. Sin
embargo, su actuación elevará la expectativa de la gente por ver a las
siguientes participantes, es decir, a las artistas marciales traídas
directamente desde china, y ¡pum! Se quedarán boquiabiertos con lo que verán,
sus expectativas serán superadas con creces. Al final todos se levantarán de
sus asientos y aplaudirán como posesos a Fen y Ling.
–Quieres quedar bien con esas dos, ¿no? –Xian se cruzó de brazos–. Mi
padre tiene razón, eres un mujeriego sin remedio.
–¡Shhh! ¡Shh! Silencio, insensato, que Amy vendrá de aquí a un rato,
si es que ya no está por aquí… por favor, no quiero tener problemas con mi
chica.
–¡Entonces deja de dártelas del muy chulo con todas las chicas que
conoces!
–¡Por buda, hermano! Que exagerado eres. Solo quiero que el
espectáculo sea un poquitín más interesante, nada más.
–¿En serio? Si es así supongo que no hay ningún problema en que yo le
comente a Amy sobre tus amiguitas Fen y Ling, ¿no?
–¿Cómo? ¡Oye, no! Eso sí que no. Mira, ¿sabes qué? Que Mandy y Rina
decidan si quieren participar, ¿ok?
–Está bien, pero antes les revelaré tus verdaderas intenciones.
–¿Qué? ¡Arghh! ¡Eres un aguafiestas!
Los dos hermanos regresaron a donde Mandy y Rina esperaban. Para
variar las dos muchachas mantenían una acalorada discusión.
–¡Yo podría vencerte con los ojos vendados y con una sola mano! –gritaba
Rina.
–¿Vencerme, tú? ¡Ja! Ni que esto fuera un concurso de rap, en el que
se requiere ser punzante con la boca.
–Eres una… –Rina ya estaba por abalanzarse sobre Mandy, cuando la
llegada de los hermanos la obligó a frenar sus impulsos.
–¿Y bien? ¿Qué tanto han hablado, chicos? –Mandy preguntó con voz
dulce.
–¿Siempre quieren que participemos, chicos? –Rina pestañeó y cruzó
las manos, pura inocencia y ternura ella.
–¡Oww! Míralas nada más, Xian. Son unas linduritas.
–Chicas, no les recomiendo que participen –Xian se puso serio–. Esas
dos muchachas chinas son expertas, las humillarán. No tienen por qué exponerse
tan solo porque al caprichoso de mi hermano se le haya ocurrid...
–¿Humillarnos? ¿Perdón? –Rina levantó la palma de la mano derecha para
hacerlo callar–. Alto allí, Xian. A mí nadie me humilla. Soy una experta en
karate, ¿ok? Así que no tengo porque tenerle miedo ni a esas chinas ni a nadie.
–Yo tampoco les tengo miedo, ¿estamos? –Mandy se llevó las manos a
la cintura–. ¡Esas dos chinitas se van a enterar de quien manda aquí!
–¡Bien dicho, chicas! ¡Ese es el espíritu! –Jet cerró el puño en
gesto de celebración–. Vengan conmigo, les mostraré los trajes y las armas que
usarán, de paso que pueden ya ir practicando mientras les explico los detalles
de cómo deben ejecutar la rutina –Jet se apresuró en jalar a las chicas de las
muñecas y llevárselas tras bambalinas.
–¡Jet, espera! –Xian intentó detenerlo, pero ya era demasiado tarde–.
Ese sinvergüenza siempre termina saliéndose con la suya, ¡que rabia me da! –Xian
se lamentó, en tanto que no le quedó más que ver a su hermano llevándose a sus
amigas.
Los tres se situaron a espaldas del estrado, en un improvisado
espacio sobre el pasto. Un cubículo de triplay que tenía la puerta abierta era
utilizado como depósito. Allí se guardaba toda la utilería que se usaría en el
espectáculo de más tarde.
–Agarra, Mandy –Jet le lanzó a la mencionada una lanza que sacó del
depósito–. Esa será tu arma.
–Wow, es genial –Mandy comenzó a hacer girar la lanza y a asestar
estocadas al aire.
–¿Y la mía? –reclamó Rina.
–No te preocupes. Aquí está –Jet sacó otra lanza y se la lanzó a
Rina–. No tengan miedo de atacar, pues la punta de la lanza está hecha de goma,
así que no les hará daño –explicó Jet.
–¿Y ahora qué? ¿Practicamos? –Rina se pasó la lanza de una mano a
otra.
–Primero les mostraré los trajes –Jet respondió, y acto seguido se
internó en el depósito. Al poco rato salió con un par de trajes tradicionales
de combate de wushu. Uno era un
conjunto de color blanco con cinturón de tela negra, y el otro una chaqueta
roja con pantalón negro. En el primer traje bambúes bordados en hilo negro
lucían en la zona izquierda de la chaqueta, y en el segundo traje un panda
bordado en hilo dorado destacaba en la zona derecha del pecho e iba acompañado
con unos caracteres chinos. Mandy escogió el conjunto blanco, en tanto Rina el
traje de la chaqueta roja y pantalón negro.
–¡Nǐ hǎo! –en eso se
oyeron a un par de voces femeninas saludar.
–¡Nǐ hǎo! –Jet respondió
al saludo con una sonrisa. Él se acercó a las recién llegadas y a cada una la
saludó con un beso en la mejilla–. Así se saluda en occidente, chicas, ¿qué les
parece?
Fen y Ling respondieron con coquetas risitas.
A continuación, Jet presentó a Mandy y Rina con las extranjeras, y les
explicó a las cuatro su idea de la competencia. Fen y Ling quedaron encantadas
con la idea.
–Chicas, un favor, ¿serían tan amables de darles una demostración de
cómo se realiza una duilian? –Jet les
solicitó a las muchachas chinas, en tanto señaló a Mandy y a Rina.
–¡Oh, no problema! ¡Mucho gusto! ¡Con mucho gusto! –contestaron las
aludidas. Cada una tomó una de las lanzas que les alcanzó Jet. Comenzaron con
el show. Sus movimientos eran tan rápidos que Mandy y Rina apenas lograban
seguirles el ritmo. Pero estos movimientos no solo eran rápidos, sino que también
eran fluidos y muy artísticos. “Maravilloso”, Mandy y Rina coincidieron una vez
finalizó la demostración.
–Tenemos que hacerlo bien –Rina le dijo a Mandy, aunque no sonó muy
segura. Ahora entendía la advertencia de Xian, aunque su orgullo no le permitió
echarse atrás a estas alturas, y menos después de haberse presentado ya con Fen
y Ling, sus oponentes. La situación de Mandy era similar.
–¿A qué hora nos tocará salir? –preguntó Mandy.
–Yo calculo que como a las 8:45 o 9:00 de la noche –respondió Jet.
–Perfecto. Tenemos tiempo de sobra para entrenar –dijo Mandy.
–No se diga más –Rina se lanzó al ataque con su lanza.
–¡Oye! Recuerda que esto no es un combate real –se quejó Mandy
cuando con lo justo consiguió evitar la arremetida de Rina.
–Eso ya lo sé. Pero ten en cuenta que si queremos dar un buen
espectáculo nuestra pelea tiene que lucir lo más real posible, así como la
demostración que nos acaban de dar Fen y Ling.
–¡Rayos, es cierto! –se lamentó Mandy–. No nos queda más que seguir
practicando.
–¡Aquí voy! –le anunció Rina.
Jet dejó a las muchachas entrenando, en tanto él se fue a charlar
con Fen y Ling a la zona del parque acondicionada como patio de comidas.
“¡Waaa! Y yo que había venido a este festival para divertirme y
librarme del estrés: ¡y mira nada más como he terminado!”, Mandy se lamentó
para sus adentros. “Pero no puedo quedar como una cobarde ante Rina, ¡eso ni
pensarlo! ¡Primero muerta! Así que no me queda de otra, tendré que seguir con
esto hasta el final”.
El tiempo pasó y cuando menos se dieron cuenta las muchachas, ya
había anochecido. Jet llegó al rato para avisarles que el espectáculo ya estaba
por comenzar. –Yo les avisaré cuando les toque subir al escenario. Mientras
tanto pueden sentarse en la primera fila del público para ver las demás
presentaciones –les indicó.
Una numerosa multitud se reunió ante al estrado para presenciar el
espectáculo cultural chino. Todas las sillas colocadas delante del escenario se
ocuparon en un parpadear, en tanto a mucha gente no le quedó más remedio que
ver de pie el show. Xian separó dos lugares para las muchachas en la primera
fila. Cerca también estaban sentados otros compañeros suyos del colegio.
Martina se había situado a la derecha de Xian, y conversaba de lo más animada
con él. Por su parte, Mandy y Rina ocupaban las dos sillas ubicadas a la
izquierda de Xian, Rina a su lado, y Mandy al lado de Rina. Ninguna de las dos
hablaba. Ambas estaban enfocadas en lo que sería su número. Las dos ya tenían
puestos los trajes tradicionales de combate que Jet les entregó previamente, y
solo aguardaban a ser llamadas para demostrar de lo que estaban hechas. Como
parte de su caracterización para presentarse Mandy tenía el pelo recogido en
dos moños, uno a cada lado de la cabeza, en tanto Rina llevaba el pelo
sostenido por dos palillos chinos en un único y alto moño.
–¡Nǐ hǎo! Que en español quiere
decir: ¡Hola! –Jet saludó una vez se subió al escenario. Él resultó ser el maestro
de ceremonias.
Tras improvisar un poco con el público para hacerlo entrar en calor,
Jet presentó por fin el primer número que saldría a escena. –A continuación, distinguido
público, ustedes presenciarán un espectáculo practicado desde hace más de dos
mil años en la milenaria China. Estoy hablando de los malabares con platos
giratorios, ¡aplausos! –anunció él.
Al ritmo de una pegajosa melodía oriental de fondo, tres jovencitas
vestidas de gimnastas, aunque con detalles chinos bordados en sus prendas,
subieron al escenario, cada una con numerosos palos, largos y delgados, y en
cuyos extremos giraban haciendo equilibrio platos.
El público aplaudió y vitoreo. Mandy y Rina terminaron olvidándose
de lo que les esperaba, pues quedaron impresionadas con el increíble número que
se estaba presentando.
El siguiente número fue el de una joven que hacía equilibrio sobre
una tabla colocada encima de un cilindro, y al mismo tiempo en el extremo de la
tabla de su delante ella iba colocando pocillos que le eran lanzados de lejos
por un ayudante, para a continuación catapultarlos directo a su cabeza tras
saltar ella sobre el otro extremo de la tabla. La precisión con la que los
pocillos se encajaban uno encima del otro sobre su cabeza era alucinante.
A poco de terminar el número de la equilibrista de los pocillos, Jet
se acercó a Mandy y Rina para llamarlas. Las dos se mostraron algo
decepcionadas, pues los números que presenciaron ya les habían hecho olvidar lo
que les esperaba.
–No lo puedo creer, Xian, ¿en serio esas dos van a participar en el
siguiente número? –Martina le preguntó a su amigo, notablemente desconcertada.
–¿Qué puedo decir? El idiota de mi hermano las terminó convenciendo
–Xian se encogió de hombros.
–Me pregunto qué es lo que harán –dijo Martina–. Mira que los anteriores
números han estado tan buenos… ¡ay, que nervios!
Xian dirigió la vista al escenario. En ese momento él estaba incluso
más nervioso que las mismas Mandy y Rina.
Jet explicó de forma clara y concisa al público en que consistían el
wushu y el número que se llevaría a
cabo a continuación. Cuando oyeron la palabra competencia, la gente se
emocionó.
Mandy y Rina subieron al estrado luego de que Jet las llamó.
Rápidamente él las presentó como dos artistas marciales locales que habían
querido retar a las profesionales chinas. Apenas mencionó esto la gente animó a
las muchachas.
–¡Comiencen! –Jet dio la orden, y se apartó del estrado.
Las chicas saltaron hacia adelante con un ímpetu envidiable. Tanto
Rina como Mandy atacaban con agiles movimientos de la lanza, al tiempo que se
deslizaban hacia los lados. De cuando en cuando saltaban hacia adelante o
sorprendían con una patada de media vuelta. Si bien sus movimientos no
resultaban del todo sincronizados, la verdad es que tampoco lo hacían mal.
–¡Muy bien, muy bien, está genial! –llegado un momento de la
presentación, Xian se levantó de su asiento y mostró los pulgares, contagiado
por la emoción del momento.
–¡Oh, Xian! Qué lindo gesto de tu parte el apoyarme tan
fervientemente –Rina suspiró, y le regaló una sonrisa al mencionado.
¡SMASH! Sin embargo, su distracción provocó que golpee de verdad a
Mandy, quien recibió un varazo en la mejilla derecha.
–¡Oye! –se quejó Mandy–. ¡Fíjate en lo que haces, idiota!
–¡Lo siento, lo siento! –se disculpó Rina.
¡SMASH! Esta vez fue Rina quien recibió un varazo.
–¡Sorry! –se disculpó
Mandy.
–¡Lo hiciste a propósito! –la acusó Rina.
–Fue de casualidad, ¡lo juro! Lo que pasa es que Xian me saludó y me
distraje –se defendió Mandy.
–¡Mentirosa! Xian me estaba saludando a mí –Rina le replicó.
–¿A ti? ¡Ja! Se nota que estás distraída, mamita. Es evidente que me
ha saludado a mí.
–Deja de decir estupideces y mejor concéntrate.
–Estoy concentrada, la que debe dejar de decir estupideces eres tú.
–Cállate.
–Cállate tú.
La discusión de las dos muchachas entró en calor, hasta que
inevitablemente pasaron de la boca a las armas. Nadie supo cómo ni cuándo, pero
en el momento menos pensado las dos muchachas se estaban agarrando a lanzazo
limpio.
–¡JAIIIIAA! ¡Ahora verás, cactus con peluca!
–¡KIAAI!! ¡Te voy a poner en tu lugar, desgraciada!
–¡Pero, ¡¿qué significa esto?!! –tirándose de los cabellos, Jet intentó
intervenir en la pelea.
–¡Tú no te metas!! –Mandy y Rina le vociferaron iracundas, y con dos
contundentes patadas perfectamente sincronizadas, lo mandaron a volar fuera del
estrado. El pobre de Jet terminó cayendo sobre el pasto y la tierra con
estrépito. Desde el suelo él contempló desesperado como el estrado estaba
siendo destrozado por las salvajes amigas de su hermano menor. Un tic nervioso
le terminó acometiendo en el ojo derecho.
Finalmente, Fen y Ling tuvieron que subir al escenario para detener
a las muchachas.
–Les pedimos perdón por lo ocurrido, je je. Se nota que estas dos se
emocionaron más de la cuenta –Jet subió al estrado luego de que Mandy y Rina ya
fueron sacadas de escena, aunque desde la distancia todavía se podían oír los
insultos e improperios que se lanzaban la una a la otra. Jet terminó maltrecho
luego de la caída, pero más allá de ello, lo que más lamentaba era la terrible vergüenza
que las dos muchachas le acababan de hacer pasar.
–¡JAJAJA! –de pronto Xian se echó a reír. Martina lo miró confundida–.
Es que a mi hermano el tiro le salió por la culata, ¡es tan irónico! –Xian a
duras penas pudo explicarse, pues ya no podía más con la risa–. ¡Mandy! ¡Rina! ¡Son
lo máximo! –él exclamó, y continuó destornillándose de la risa. Aunque sin
entender muy bien el motivo de su risa, Martina terminó contagiándose de las animadas
carcajadas de su amigo.
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😻¡Infinitas gracias por leerme!😻

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