Capítulo 16: El secuestro y los sátiros

 


Rudy abrió los ojos lentamente y poco a poco todo a su alrededor se le fue haciendo más nítido. Por lo que vio, supo que se encontraba en la habitación del cuartel en la cual se había venido hospedando desde que se encontró con Bill. Por la ventana, que estaba abierta y con las cortinas bailando al compás del viento, se filtraban suaves rayos del sol. Aquella era una hermosa mañana.

–¿Qué fue lo que pasó? –se preguntó Rudy mientras trataba de incorporarse.

–No te levantes –una voz le respondió. Se trataba de Yong, quien señalaba con su dedo índice al pecho de Rudy. El joven centinela se lo tocó y sintió un ardor insoportable. Para aquel momento él recién se percató de que prácticamente todo su cuerpo se encontraba vendado.

–Iré a avisarles a los demás que ya despertaste.

–Espera, no te vayas. Hay mucho que tienes que explicarme…

Las palabras de Rudy fueron inútiles. Yong salió de la habitación, y rato después estuvo de vuelta junto con todos los demás.

–Dormiste por tres días, Rudy –le informó Bill.

–Siento que hayas perdido la pelea, amigo. En serio que comparto contigo este sabor tan amargo –expresó Susan.

–Eso es cierto, Rudy. Susan no lo dice por quedar bien. En serio ella se siente así… claro, después de haber perdido en las apuestas todo lo que había ganad… –Tony se vio obligado a interrumpir su explicación por culpa de un fuerte dolor en su pie, cortesía de la bota de Susan.

–No le hagas caso. Sabes que a veces Tony habla tonterías.

–No quiero que me consuelen por haber perdido. Yo no me siento triste para nada. Por el contrario, estoy que reboso de alegría –replicó Rudy, y acto seguido esbozó una sonrisa de oreja a oreja.

–Ahora no sé cómo te sientas, pero durante la pelea contra Ryan vaya que sí lo sabía: estabas que rebosabas de ira en estado puro –intervino el general Winston.

–Lo siento, viejo, no pude controlarme.

–Déjennos solos por un momento –solicitó Winston–. ¿Le dirás la mala noticia? –le susurró la capitana Xiu en el oído al general. Este último asintió. Al poco rato todos abandonaron la habitación.

–¿Qué es lo que pasa? –preguntó Rudy una vez que se quedó a solas con su maestro.

Winston permaneció pensativo por unos cuantos segundos. –Han secuestrado al general Payne –él dijo finalmente.

–¡¿Qué?! ¡Eso es imposible! ¡Él es muy fuerte como para que alguien pueda secuestrarlo!

–Lo sé, lo sé… pero tras la batalla que tuvo contra ti él no quedó tan bien parado como lo parecía. Aquella misma noche se dio el secuestro.

–Pero, ¿Cómo lo sabes? Pudo haberse marchado sin decírselo a nadie. Vamos, es un general…

–Esa noche, tras la final, una paloma mensajera llegó al cuartel con un mensaje anónimo para mí. En ella decía que Payne estaba en peligro y que vaya a una plazoleta a espaldas del palacio imperial. Me acompañaron la capitana Xiu y los demás. Cuando llegamos al lugar que mencionaba la carta, vimos a tres tipos encapuchados, uno de los cuales cargaba sobre su hombro el cuerpo inconsciente del general Ryan. Tratamos de rescatarlo, pero uno de los tipos cogió del brazo a sus otros dos compañeros, y los tres desaparecieron junto con Ryan como por arte de magia. Supongo que ese sujeto debía de tener algún tipo de poder de tele-transportación.

–¿Esos tres lograron dejar inconsciente al general Ryan, y luego desaparecieron como si nada hubiera pasado?

–Eran tipos muy fuertes. Lo supe apenas los vi. Un Ryan herido no era rival para ellos. Sin embargo, lo peor vino después…

–¿Qué fue lo que ocurrió, viejo?

–Luego de que los encapuchados desaparecieron, descubrimos una pista en el lugar que habían estado. Se trataba de esto –Winston se metió la mano al bolsillo y le dio a Rudy un botón plateado con un extraño escudo labrado en su centro.

–¿Qué es este escudo? ¿Un dragón de ojos rojos siendo atravesado por la espada de una especie de caballero con cuernos de carnero? –Rudy lucía extrañado–. ¿Cómo se supone que este botón nos conducirá al general?

–La imagen del botón es el escudo de Reino del Oeste…. un reino ubicado en Rom.

–¡¿Cómo?! ¡¡¿Existe un reino en el Bosque Prohibido?!! –lo que Rudy acababa de escuchar había roto todos sus esquemas.

–Lo que te voy a contar debe permanecer en el más estricto secreto. Es algo que solo lo saben las más altas autoridades de la República, bueno, y ahora tú y los demás que se han visto envueltos en el asunto, pero por favor…

–Déjate de tantos rodeos y cuéntame de una vez, maestro. No se lo diré a nadie.

–Los monstruos come hombres de los que te hablaron en la academia no existen. Fueron un invento de los gobiernos para ocultar la verdad: la existencia de los sátiros.

–¿Los… sátiros?

–Una raza de criaturas muy similares a los humanos, aunque no iguales… Desde hace mucho tiempo los países del borde siempre tuvieron el tabú de no atreverse a ingresar al denominado Bosque Prohibido, pues a todo aquel que lo había intentado jamás se le había vuelto a ver. Sin embargo, hace ya varios años, numerosos países del borde se armaron de valor e intentaron invadir las tierras de Rom, más cuando ingresaron se dieron con la sorpresa de la existencia de una raza tan avanzada como la misma humanidad: los sátiros. Estas criaturas resultaron ser de mente cerrada y muy territoriales, por lo que la más sangrienta guerra que jamás se haya conocido en la historia se dio en contra de estos seres. Esa fue la verdadera razón de que se aceleraran los procesos de unificación de los países a la República: el miedo pudo más que todos los largos años de conversaciones y tratados por intentar unificar a la humanidad. Al final, la guerra no tuvo ganador. Los altos líderes de los sátiros firmaron un tratado con nuestros altos mandos. Lo que se acordó fue que ambos bandos regresarían a vivir a como lo habían venido haciendo hasta antes de la guerra, es decir, viviendo como que el otro no existe. Es así que la humanidad revivió el mito del Bosque Prohibido. Para nosotros los humanos fue sencillo ignorar la existencia de los sátiros, pues la guerra nunca traspaso nuestras fronteras. Sin embargo, para ellos el cumplir con esa condición no ha debido de ser nada fácil, pues muchos de sus territorios fueron escenario de las más sangrientas batallas…

–Esto es, es…

–Aún no he acabado. Si este botón es auténtico, lo más probable es que estos encapuchados sean… sátiros. ¿Lo entiendes? Si son sátiros, lo que han hecho es una afrenta directa contra la humanidad, han roto el pacto. Una guerra terrible, incluso peor que la anterior, podría desencadenarse. Todo depende de cómo actuemos. Debemos ser muy cuidadosos. Investigar a fondo… Cabe la posibilidad de que los culpables hayan sido sátiros, pues ellos se llevaron la peor parte de la guerra y puede que aún nos guarden rencor… aunque, ya han pasado más de diez años. ¿Por qué ellos harían algo así después de tanto tiempo? Todo esto me parece muy extraño…

–¿Rescataremos al general Payne? –preguntó Rudy. La sensación que en esos momentos embargaba su cuerpo era la de un extraño temor, de uno como nunca antes había sentido. No era un temor devastador, de los que desgarran a uno, solo era extraño, y sumamente inquietante.

–Esto también puede tratarse de una trampa de los Filosofal –sugirió Winston–. Por eso insisto tanto en que de ahora en adelante lo que hagamos debe de hacerse con la más absoluta cautela.

Hasta ese momento a Rudy no se le había ocurrido que el secuestro pudiera ser obra de los Filosofal. Era posible, pero él se sentía demasiado tonto como para entender las razones que pudiese tener esta organización para hacerlo. Solo intuía que dichas razones tendrían que ver con la política del mundo, y a él nunca le había gustado la política.

–Oh, por cierto, hay otra cosa que quiero hablar contigo, Rudy. Es sobre tu condición como usuario del halo del tipo emocional…

–¿Mi condición?

–La habilidad de poder utilizar las emociones como energía para incrementar el poder de uno es algo único entre los usuarios del halo. Tú eres de ese tipo, Rudy. Tú te vales de la fuerza de tus emociones y sentimientos para incrementar tu poder. Sin embargo, esta habilidad puede considerarse tanto un don como un defecto, todo depende de qué tanto sepas canalizar esas emociones para no perder el control. Y algo más: mientras más violentas sean esas emociones, más difícil te será mantener el control sobre tus actos.

–Eso ya me lo habías dicho el primer día que entrenamos. ¿Qué es lo que en verdad tratas de decirme al recordármelo?

–Si logras dominar tu poder por completo, probablemente te convertirás en el usuario del halo más poderoso del mundo, Rudy. Eres una pieza clave para nosotros los centinelas, para nuestro propósito de mantener la paz y la justicia en el mundo. Por eso te lo pido, te lo ruego: tomate en serio tu labor como centinela, y no te dejes llevar por el momento. Madura.

Tras este sermón el general Winston salió de la habitación, más sus palabras aun permanecieron en la mente de Rudy. “¿Que madure? Pero si cada vez entiendo menos de este mundo tan complejo. ¿Por qué el viejo me ha puesto una carga tan pesada?... Era tan feliz cuando vivía con Azor en el bosque, sin más preocupaciones que vivir el día a día. Pero que tonto soy, esos días jamás volverán… Sin embargo, los años que viví junto a Oliver y Scarlett no estuvieron mal. Incluso podría decir que fueron tan felices como cuando vivía con Azor. Scarlett ¿Qué estará haciendo ella en este momento?”, meditó Rudy. Poco después él se tapó la cara con la almohada y la apretó fuertemente con sus dedos, tanto que llegó a rasgarla y unas cuantas plumas salieron volando por encima de la tela.

–Capitana Alanis, una joven dama llamada Holy te está buscando –anunció Mat.

–Dile que no atiendo a nadie.

–¡Buenos días, Madame Alanis! ¡No sabe lo ansiosa que estaba de que llegase de su misión! ¡Todos los días venía a ver si ya había regresado! –una joven entró de forma intempestiva. Ella iba vestida con un elegante vestido y sombrero, ambos de color rosa y finamente bordados.

–Señorita, le dije que espere afuera –le reprochó Mat.

–¡Ah! Ya no importa, centinela enmascarado. Pasa, pasa –indicó Alanis. Holy sonrió de oreja a oreja y entró muy emocionada al salón. Por su parte, Mat se retiró hacia el jardín de la tienda para regar las plantas.

La habitación estaba cubierta por nubes de humo, las que se iban haciendo más densas cada vez que Alanis exhalaba tras fumar de su pipa. Holy se sentó en un cojín rojo y tosió con delicadeza.

–¿A qué debo el honor de tu visita, mi lady?

–Venía a agradecerle por sus consejos de la última vez que vine, pues la pluma se pegó a O’Ryan, y tal como me aconsejó me casé con él. Ahora vivo muy feliz al lado de mi esposo y ya estoy esperando mi primer hijo.

–¡Oh, estás embarazada! Que desconsiderado de mi parte el fumar en tu delante –Alanis cogió su pipa y la apagó. Luego abrió las ventanas para que la habitación se ventile.

–Madame, aparte de venir para darle las gracias, también vine porque quería que me haga una pequeña predicción. ¿El hijo que espero será niño a niña? ¿Puede adivinarlo?

–Lo siento, no puedo hacerlo. Al parecer, he perdido mis poderes de vidente –Alanis se encogió de hombros.

–Oh, cuanto lo siento –Holy se lamentó. Poco después ella nuevamente volvió a agradecer a Alanis, y tras ello se marchó de la tienda. Apenas la dama se hubo retirado, Mat entró al salón y se quedó observando a Alanis.

–Los muchachos siempre te preguntan porque ya no posees tus poderes de adivina –él dijo finalmente.

–No lo sé –respondió Alanis. Ella trataba de mostrarse serena, pero lo cierto es que no podía ocultar la tristeza que la embargaba.

–Lo siento, creo que no debí preguntar.

–No importa. Te lo diré. Siento que si lo sigo ocultando explotaré.

Alanis se acomodó en su sillón y volvió a encender su pipa. –Cuando me enteré de que mi hermano era Capricornio, mis poderes como vidente no desaparecieron, pero menguaron significativamente. Sin embargo, cuando vi a Xavier morir frente a mis ojos, en ese momento… ¡ah! En ese momento mis poderes desaparecieron por completo. Desde entonces no he podido predecir el futuro. Es como si mi voluntad para hacerlo hubiera desaparecido.

–Debiste haberlo querido mucho, a tu hermano.

–Él era mi único familiar con vida. Siempre pensaba que él sería el mejor de los dos, el mayor orgullo de mis padres. Yo lo admiraba…

Alanis se paró intempestivamente de su asiento y corrió a abrazar a Mat. Ella sollozó mientras pegaba su rostro contra el pecho de Mat. Él en un inicio se quedó inmóvil, pero luego le devolvió el abrazo.

Amaneció un nuevo día.

–¡Capitana Alanis! –exclamó Phillipe mientras corría hacia el salón de la tienda. Él iba acompañado por Lucrecia y por Jo. Habían pasado unos pocos días desde que estuvieron en el capitolio de Fadge y se enteraron de la muerte de Montgomery. Desde esa fecha no sabían nada de Jack. Estando así las cosas fue que Allen regresó a su puesto en Mild, en tanto que Alanis y los demás viajaron a Blusville.

–¡Capitana Alanis! –repitió Phillipe.

–¿Qué es lo que ocurre? –preguntó la capitana–. ¿Hay noticias sobre Jack?

Mat, quien en ese momento se encontraba en el almacén de la tienda acomodando algunas cosas, salió hacia el salón apenas oyó las voces de los recién llegados. –¿Qué ha acontecido, chico?

–Alanis, centinela enmascarado, ha llegado una carta del general Winston. Por el sello dorado del sobre sé que es un mensaje muy importante y secreto, y destinado únicamente para los capitanes y centinelas de rango superior.

–Dame esa carta –dijo Alanis al mismo tiempo que le arranchaba a Phillipe el sobre de las manos. Sacó la carta del sobre y leyó el mensaje en silencio. Cuando acabó, su rostro pasó a reflejar un elocuente “no puede ser”.

–Secuestraron al general Payne –la capitana gesticuló con dificultad. Todos en la habitación se quedaron impactados y sin palabras.

–Debemos partir de inmediato hacia Gotia –dijo el general Winston a Rudy y los demás–. La reina Ivonne siempre ha sido mi amiga, por lo que estoy seguro de que podremos contar con su ayuda y discreción para poder llevar a cabo la reunión de urgencia de los centinelas en su castillo.

–No es de mi agrado contradecirlo, general, pero si queremos que todo este asunto quede en secreto: ¿no resulta contraproducente el hecho de citar a todos los centinelas para que abandonen sus puestos y se dirijan hacia Gotia? –argumentó la capitana Xiu.

–Los capitanes, comandantes y demás centinelas se justificarán en sus respectivos cuarteles arguyendo que es una reunión de reporte multitudinario. Hace tiempo que no había una, ¿verdad?

–En ese caso… ¿Por qué no reunirse en la capital? –insistió Xiu.

–No confío en el senado y en los demás políticos de Ciudad Capital. Como ya lo dije, la reina de Gotia es de mi más entera confianza.


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