Capítulo 11: Conmigo no se juega - ¡el partido de vóley mixto!

 


¡Qué mal rato el que me hicieron pasar los idiotas de Samara y sus amigos! En serio que me sacaron de mis casillas los muy descarados. Y lo que más cólera me da de todo esto es que al final no pude darles su merecido, ya que un profesor se apareció de buenas a primeras y por lo tanto no me quedó más remedio que huir para evitar ser castigada. Rayos, ahora más que nunca deseo volver a la normalidad, pues estoy segura de que mientras siga siendo la chica púrpura esos tontos siempre encontrarán una oportunidad para fastidiarme. ¡Ya no lo soporto máááss!! ¡Quiero volver a ser normal!! Waaa… 

***


Martina

Una vez los últimos alumnos que llegaron del recreo se ordenaron en sus lugares, la profesora de educación física, una atlética señora de pelo corto y teñido de rojo, tomó la palabra.

–Buenas tardes, alumnos y alumnas. Como ya sabrán, estas dos horas que quedan tenemos las clases de educación física junto con la otra sección. Normalmente yo me encargó de las chicas de ambos salones, y el profesor Edwin se encarga de los chicos. Sin embargo, el día de hoy por problemas de salud el profesor Edwin no ha podido venir, de modo que yo tendré que encargarme de todos. Es por ello que el día de hoy las clases de educación física serán mixtas. Las chicas, como bien lo recordarán, la semana pasada les anuncié que hoy tendríamos las prácticas de vóley. No se preocupen, yo sé que la mayoría están ansiosas por el vóley, así que sí o sí lo practicaremos el día hoy a pesar de las circunstancias. Lo único que variará es que debido a que los hombres no pueden quedarse a su libre albedrio sin nada que hacer, he decidido incluirlos en las prácticas de vóley.

–¡Nooo! –se quejaron las chicas.

–¡Nooo! –se quejaron los chicos.

–¡Silencio, que ya está decidido!  

–¡Nooo!

–No les he pedido su opinión. Les estoy comunicando lo que haremos el día de hoy. Y para el que quiera quejarse la dirección está a su libre disposición.

Todos guardaron silencio.

–Así me gusta –la profesora mostró una cándida sonrisa–. Ahora, en orden y en silencio vayan a la cancha de fútbol. En un rato yo los alcanzaré con los muchachos de la otra sección.

Murmullos y lamentos se oyeron por parte de los alumnos, en tanto salían rumbo a la cancha.

–¡Sí, sííí! ¡Este es mi día de suerte! –Lorenzo les comentó a sus amigos mientras se dirigían rumbo a la cancha–. Todas las chicas en pantaloneta estarán tan cerca de mí… ¡oh, esto es un sueño hecho realidad! ¡Que alguien me pellizque! ¡Debo saber si tanta felicidad es real!

–¡Con mucho gusto! –Mandy le habló desde sus espaldas.

–¡Mandy, mi amor!! Así que tú también estás ansiosa porque comiencen de una vez los partidos de práctica. Ya no te angusties más. Te prometo que de todas maneras me uniré a tu equipo para el partido. Es más… –Lorenzo volteó con la intención de abrazarla.

“¡AAAAY!!”, Lorenzo soltó un quejido de dolor cuando Mandy le descargó un soberano pellizcón en el brazo derecho.

–Por lo visto no estabas soñando, mi querido loro desplumado. ¡Jajaja! –Mandy se alejó entre risas hacia donde sus amigas.

–Ya me doy cuenta de que no, ¡snif! –Lorenzo, con los ojos lagrimeándole debido al dolor sufrido, se lamentó en tanto se sobaba el área afectada. Sin embargo, a los pocos segundos, como por arte de magia él se recuperó y con la mirada siguió a dos compañeras que mientras conversaban pasaron por su lado–. ¡Ji ji ji! Pero qué nenas para más buenas…

–¡Eres un enfermo, Lorenzo! –le increpó uno de sus amigos–. Hasta parece que los ojos se te fueran a salir en cualquier momento.

–Bien que tú también te les has quedado mirando. ¡No me lo puedes negar! –Lorenzo respondió, y con la muñeca del brazo derecho se secó la baba que había comenzado a manarle de la boca.

–Bueno, yo, este…

–¡Ya lo ves! ¡Así que ahora no me vengas a hacerte el santo! Mejor disfruta del paisaje, ji ji ji…

Una vez los alumnos de ambas secciones estuvieron reunidos en la cancha, la profesora mandó a todos a dar tres vueltas alrededor del campo de fútbol como ejercicio de calentamiento. Refunfuñando y a regañadientes los estudiantes acataron la directiva de la profesora.

–Que yo recuerde, es la primera vez que a hombres y mujeres nos juntan en las clases de educación física, ¿verdad? –una de las amigas de Mandy comentó. En ese momento las cuatro se encontraban trotando juntas alrededor de la cancha.

–Ahora que lo dices, pues tienes razón. Yo tampoco recuerdo que en alguna otra ocasión nos hayan juntado.

–¿Creen que haya sido una buena idea el juntarnos?  

–Si todos los hombres son tan pervertidos como Lorenzo, pues déjame decirte que ha sido una pésima idea.  

Las tres amigas dirigieron la vista hacia más adelante, en donde Lorenzo se comía con la mirada a una compañera que corría delante de él.

–¡Diug! De solo verlo ya me dio cosas.

–¿Y tú qué opinas de todo esto, Mandy?

“Se les ve tan felices conversando. ¿De que estarán hablando? Se nota que son buenos amigos… o tal vez, quizá… ¡No! ¿Pero qué me pasa? ¿Por qué se me ocurren estas cosas al verlos conversar? ¡Pero si está claro! Simplemente me resulta muy indignante el ver como Martina se cree la gran cosa. ¡Qué alucinada resultó ser!”, Mandy tenía la mirada clavada en Xian y en una compañera de su sección, quienes en ese momento disfrutaban de una amena conversación en tanto trotaban alrededor de la cancha.

– …y entonces… –Xian hablaba con semblante sonriente.

–¿En serio? ¡Qué gracioso! –su compañera respondió con una risa musical, muy agradable al oído, por cierto. La muchacha era alta, de contextura atlética, delgada, elegante, y de larga cabellera rubia recogida en un rozón rojo, el cual se le movía grácilmente al compás de sus pasos mientras corría. La pantaloneta azul oscuro resaltaba sus torneadas piernas, y el polo verde se ceñía a su esbelta cintura y a sus pequeños pero bien formados pechos. Su sonrisa era angelical, su nariz era refinada, y sus ojos eran de tamaño regular y de un verde intenso, los que además parecían estar siempre sonriéndole coquetamente a todo cuanto ellos miraban.

“Debo admitir que Martina es guapa, eso no lo puedo negar. ¡Pero tampoco es como para que el tonto de Xian se le quede observando todo así, con esa cara de tarado! ¡Grrr! ¡Detesto a las chicas que se creen la gran diva que puede embobar a quien se le pegue la gana!! Mierda, debo saber de lo que están hablando. ¡Debo saber si son amigos o si, o si…!”, en estos pensamientos estaba Mandy, cuando la voz de una de sus amigas la devolvió a la realidad.

 –¡Mandy, oye Mandy! ¡¿Estas allí?! –su amiga insistió. Le colocó la mano delante de la cara y la agitó. Mandy no tuvo reacción.

–¡Cuidado, Mandy! –otra de sus amigas la jaló hacia un lado cuando Mandy estuvo a punto de pisar encima de un gran charco de barro.

–¡Oye, ¿se puede saber porque me has jalado así?! –Mandy le increpó a su amiga.

–¡Serás malagradecida! ¡Encima que te salvo me reclamas! ¿Acaso no has visto el tremendo charco sobre el que ibas a pisar? –la muchacha señaló hacia atrás.

–Dios, si que es un charco enorme –observó Mandy.

–Mandy, estábamos preguntándonos sobre qué tan buena idea ha sido que la profesora nos junte con los hombres para la clase de educación física. ¿Qué crees tú? ¿Está bien o…?

Pero Mandy ya no oyó nada más. Justo cuando habían volteado por la esquina de la cancha, Mandy con el rabillo del ojo notó que Martina se reía con su siempre angelical risa. “No sabía que eras tan buen cómico, Xiansito. ¿Por qué a mí no me cuentas los mismos chistecitos que le estás contando a esa jirafa oxigenada?... ¡¿Pero qué me pasa?! Xian no es mi novio o nada parecido como para que me afecte lo que él haga o deje de hacer. ¡Xian puede hacer con su vida lo que le dé la gana, a mí me da igual! Sin embargo, esa Martina me cae recontra pesada creyéndose la gran cosa. ¡Ja! Podrá ser una deportista destacada y una buena estudiante, pero no es mejor que yo, ¡Por supuesto que no lo es! Grrr, ya me hartó esa boba. Alguien debe devolverla a su realidad… ¡Ya le demostraré yo que ella no es la única capaz de embobar así a los hombres!”.

–¡Mandy! ¡¿Otra vez ya te quedaste en trance?!

–¿Eh? ¡Oh, lo siento! Voy a adelantarme –Mandy se despidió de su amiga y corrió con más velocidad.

–¿Ah? –la amiga de Mandy les dirigió una mirada de “¿y qué le pasa a esta?” a las otras dos muchachas del grupo. Ellas le respondieron encogiéndose de hombros.

“Jeje, veremos qué cara pones, Martina, cuando salude a Xian y él manifieste en el acto la inmensa alegría que le da el verme. ¡Allí te darás cuenta de que no eres la única con encantos! Solo espero que Xian no confunda las cosas y termine creyendo que esto lo hago por celos o porque él me gusta: ¡mira que creerse tremendo disparate! En fin, eso ya luego se lo aclararé. Lo importante ahora es bajarle los humos a la boba de Martina”, Mandy aceleró aún más su carrera.

–¡Hola, Xian! –Mandy saludó una vez llegó a la altura de Xian y compañía. Pero Xian estaba tan enfrascado en su conversación con Martina que no pareció oírla.  

–¡Xian, oye! ¡Xian! ¡Xiaaan, respóndeme, maldita sea!! –Mandy terminó gritándole exasperada.

–¡Mandy! Oh, hola. Discúlpame, no te oí –Xian se disculpó con Mandy y por fin respondió a su saludo.

–Hola, Mandy –la saludó Martina.

“A ti nadie te ha saludado, maldita entrometida”, Mandy gruñó para sus adentros. Tras responder al saludo de Mandy, Xian reanudó su conversación con Martina.

–Oye, Xian. Quería hablarte sobre el entrenamiento de… –¡PLAFF! Mandy no pudo continuar hablando, pues se resbaló en el enorme charco de la cancha del que la hubo salvado su amiga en la vuelta anterior, y terminó cayéndose de espaldas sobre este.

–¡Oh, no, Xian! ¡Mandy se acaba de caer al charco! –Martina señaló con rostro preocupado. Los dos se detuvieron y regresaron sobre sus pasos para ayudar a Mandy a levantarse. 

Xian ya iba a estirar la mano para ayudar a Mandy a levantarse, pero Martina se le adelantó sin querer. –Yo puedo sola, no te molestes –de mal humor, Mandy rechazó la ayuda de Martina. Consiguió levantarse, pero cuando dio un paso y luego otro, se resbaló nuevamente y esta vez se cayó directo de cara sobre el charco.

–¡JAJAJA, serás estúpida! –Samara y sus amigos se rieron de Mandy cuando pasaron por su lado.

–¡Veo que no aprendieron su lección, cuarteto de fenómenos! –Mandy se levantó de golpe para increparles a los muchachos, pero tras avanzar unos pasos volvió a resbalarse y a caerse de cara.

Esta vez Martina y Xian no pudieron aguantarlo más, y se rieron.

–¡Te he oído, Martina! Así que burlándote de la desgracia ajena, ¿eh? – Mandy nuevamente se levantó de golpe y le reclamó con el puño derecho cerrado y temblándole.

–¡Lo siento! –Martina se disculpó, y se tapó la boca con ambas manos.

–Mandy, déjame ayudarte a salir del charco. No vaya a ser que de nuevo te nos caigas –Xian la cogió del brazo y con sumo cuidado la llevó hasta afuera del charco. “Ya lo vez, niña boba, no eres el centro del mundo”, Mandy se dijo para sus adentros con satisfacción, y le dirigió una mirada de provocación a Martina. Pero la felicidad le duró poco.

–Es cierto, no vaya a ser que se caiga de nuevo –Martina soltó una risita muy dulce. Claramente Mandy notó la sonrisa embobada que le dirigió Xian.

–¡No, Xian, no te molestes! Yo puedo sola –Mandy se soltó del brazo de Xian con brusquedad, y se adelantó corriendo a toda velocidad.

–¿Qué le pasó? ¿Es que acaso dije algo malo? –Martina preguntó extrañada, en tanto veía a Mandy alejarse de tan mal humor que una nube negra pareció haber aparecido sobre su cabeza.

–No te preocupes, Mandy es así –la tranquilizó Xian. Poco después los dos retomaron tranquilamente su trote.   

–Veo que te has hecho su amigo. Me parece lindo que sea así, teniendo en cuenta que antes siempre que me hablabas de Mandy era para quejarte de todas las veces que te fastidiaba.

–Es una chica fastidiosa, testaruda e impulsiva, y a veces hasta loca. Pero en el fondo es una buena persona, o al menos eso creo, je je…

–Cuéntame como así se terminaron haciendo amigos.

–Es una larga historia. Bueno, todo comenzó una mañana…

–No me lo puedo creer, esto es inconcebible. ¡Esa Martina me humilló a más no poder! ¡Esa jirafa oxigenada se atrevió a burlarse de mí!! Y con poner su carita de mosquita muerta cree que todo lo compone. ¡Ah, no, pero esto no se quedará así! ¡Juro que no se quedará así! ¡La haré pasar por una humillación igual de vergonzosa, ya lo verá! ¡Nadie se burla de Mandy Carpio y vive para contarlo! –Mandy se dijo muy enojada, en tanto con vehemencia se limpiaba el barro de su polo con el agua del lavabo del baño de mujeres y a la vez se miraba en el espejo. Aún quedaban rezagos de barro en su cara púrpura. Mandy se limpió una vez más la cara y exhaló–. Hora de la venganza, Mandy –ella se dijo a sí misma, mirando con determinación a los ojos de su reflejo en el espejo. Entonces se palmeó las mejillas para darse valor, y luego abandonó el baño.

Cuando Mandy regresó a la cancha de futbol ya nadie se encontraba corriendo. “Deben estar en la cancha de losa”, se dijo, y corrió rumbo a la mencionada cancha. Una vez llegó todos los muchachos ya estaban agrupados en equipos de seis.

–¡Señorita Carpio, ¿se puede saber dónde ha estado?! –cuando la vio llegar, la profesora le llamó la atención.

–Discúlpeme, profesora. Lo que pasa es que me caí al barro y tuve que ir a lavarme.

–Ya me doy cuenta –la profesora contempló el lamentable aspecto de Mandy. A pesar de sus esfuerzos por limpiarse, la joven púrpura se encontraba echa un desastre–. Parece que hubiera estado en un campo de batalla, jovencita. Ay con usted, siempre para metiéndose en problemas. En fin, por ahora dejemos eso de lado. Haber, mmm, ¿en qué equipo la puedo poner? ¡Ah, ya! Vaya allá, al equipo del señor Rodrigo…

–¡¿Del hongo gordo?! ¡Nooo!

–Señorita Mandy, ¿encima que llega tarde todavía se queja? ¡Ya no me haga dar más cólera y váyase de una vez con su equipo!

A regañadientes Mandy se juntó con el equipo al que pertenecía Rodrigo. En dicho equipo también se encontraban Omar, Lorenzo, Gabriela y una chica de frenos de su salón.

–¡Mandy, mi amor!! –Lorenzo saltó sobre ella apenas la vio.

¡PAM! Lorenzo se dio de bruces contra el suelo cuando Mandy se hizo a un lado para esquivarlo y al mismo tiempo le puso el pie. –No estoy de humor para tus estupideces, loro desplumado.

“¡Oh, oh, oh! ¡Esto es un sueño, un sueño hecho realidad! ¡Mi Mandy, mi linda waifu está en el mismo equipo que yo!”, muy emocionado, Rodrigo se dijo para sus adentros. Por fuera él se mantenía tan impasible como siempre, aunque un ligero rubor cubrió sus regordetas mejillas.

–Qu-que mala su-suerte. Ya pe-perdimos –Omar le comentó a Gabriela.

–¡¿Cómo has dicho, idiota?! –Mandy le increpó a Omar tomándolo del cuello del polo.

–Na-nada. ¡Nada! –Omar negó con la cabeza. 

–Bien. Así me gusta. Vengan aquí, vamos, acérquense. Vamos a hablar –Mandy rodeó con el brazo a Rodrigo y a Lorenzo. Todos se juntaron en un círculo, cubriendo con el brazo la nuca del compañero que tenían a cada lado–. Nuestros partidos tenemos que ganarlos a como dé lugar, ¿me entendieron? ¡No podemos darnos el lujo de perder ni uno solo!

–Po-podemos dar pe-pelea si nos to-toca un e-equipo i-igual de malo que el nu-nuestro –dijo Omar–. Pero si n-nos to-toca un equipo bueno, co-como por ej-ejemplo el de Martina, ya-ya fu-fuimos.

–Metralleta Omar, ¿te has propuesto fastidiarme a cada rato o me parece?

–¿D-de qué e-estas hab-hablando? Yo so-solo he di-dicho la verdad.

–Si vas a ser tan negativo mejor te callas.

–Pero si Omar tiene razón –señaló Gabriela–. Martina ha ganado medalla de oro en las olimpiadas interescolares de comienzos de año. Es la jugadora estrella del equipo femenino de vóley del colegio. Definitivamente no tenemos nada que hacer contra ella. Y encima mira quienes más están en su equipo.  

Mandy volteó disimuladamente hacia donde se encontraba reunido el equipo de Martina. Todos los miembros de su equipo eran conocidos por ser excelentes deportistas. Entre sus miembros estaba Xian. 

–¡Mandy, detente que me vas a ahorcar! –Lorenzo se quejó cuando Mandy sin darse cuenta de lo que hacía, de pura cólera por lo que acababa de ver había comenzado a estrangular a su compañero.

–¡Perdón! –se disculpó la joven púrpura, y soltó su agarre.

–Por lo que veo se te quedaron grabadas mis palabras de aquella vez, me refiero a cuando te dije que mi amor por ti era amor serrano, ¡ji ji ji! –Lorenzo se rio entre dientes.

–¿Quieres que te estrangule de nuevo, idiota?  

–No, por lo que más quieras, no.

–Entonces cállate.

–¿Qué haremos ahora? Debemos planear una estrategia para al menos no dar pena en nuestros partidos –la muchacha de los frenos intervino.

–Daremos todo de nosotros, chicos: ¡ese es el plan! Ya verán como con coraje y garra ganaremos. ¡Porque vamos a ganar! ¡¿Entendido?! – Mandy lanzó esta arenga a sus compañeros de equipo.

–Yo… yo daré lo mejor de mí. No te decepcionaré –con voz tímida habló Rodrigo.

–Gracias, hongo gordo. Confío en ti. 

–Qu-que es-es-tra-tra-tegia pa-para más si-simplona –replicó Omar.

–¡Tú cállate, metralleta Omar! –le increpó Lorenzo–. No le hagas caso, mi amor. ¡Ay, perdón, no quise decirte “mi amor”! –Mandy había vuelto a estrangular a Lorenzo–. Quise decir “tienes razón capitana” –Lorenzo rápidamente se corrigió.

–¿Se-se pu-puede sa-saber en qué mo-momento hemos a-acordado que Ma-Mandy sea la ca-capitana? –se quejó Omar.

–¡¿Tienes algo en contra de que Mandy sea la capitana?! –Lorenzo cogió del cuello a Omar. Este último, asustado, negó con la cabeza.

–Bien, equipo. Entonces a ganar –Mandy extendió la mano derecha al medio del círculo. Primero Lorenzo, luego Rodrigo, y así sucesivamente, todos extendieron la mano derecha hacia el centro. “¡A GANAR!”, exclamaron los seis a viva voz. “Ya lo verás, Martina. Te venceré en tu deporte favorito. Ese será tu castigo por haberme humillado”, Mandy se dijo para sus adentros.

–Mira, Xian. Parece que el equipo de Mandy está muy motivado –Martina le comentó a su compañero.  

–Entonces tendremos que cuidarnos de ellos. No vaya a ser que nos den la sorpresa, ¿eh?

–¡Vengan todos! –la profesora llamó a todos los equipos–. La práctica de hoy consistirá en partidos de eliminación de un solo set por encuentro. Los equipos ganadores avanzarán para enfrentarse a otro equipo, en tanto los perdedores como castigo tendrán que dar vueltas alrededor de la cancha de fútbol hasta la salida. Al final al equipo campeón le subiré medio punto sobre su promedio final del curso. Ahora sí, los capitanes de cada equipo levanten la mano. Bien. Los dos primeros equipos en enfrentarse serán el capitaneado por la señorita Mandy Carpio contra el equipo capitaneado por el señor Roberto. Los dos equipos de una vez colóquense en sus posiciones en la cancha, el resto pueden sentarse en las graderías a observar.

–¡Piedra, papel o tijera! –Mandy y Roberto jugaron para saber quién sacaba primero. Mandy ganó.

–Yo sacaré –Mandy cogió el balón y se dirigió a la posición de saque.

–¿Sabes sacar, Mandy? –Gabriela la miró con desconfianza.

–Tranquila, sapito. Puedes confiar en mí. He visto varios partidos de vóley en la televisión, así que tengo experiencia en esto.

–¿Solo por ver unos cuantos partidos en la tv? –Gabriela no se lo podía creer. Aun así, no le quedó más remedio que regresar a su posición.

¡Piiii! La profesora dio la orden de saque tocando su silbato.

–¡Saque punto! –Mandy lanzó la pelota hacia arriba, muy alto. De inmediato se colocó en posición y a la espera de que baje la pelota para lanzarle el manotazo.

–¿Ya viste el saque que intenta hacer Mandy? –Xian le comentó a Martina.

–Su técnica para esperar a que baje el balón es buena. Vaya, no sabía que Mandy jugara tan bien.

Martina y Xian no fueron los únicos en impresionarse. La verdad es que nadie se esperó que Mandy comenzará con un saque tan difícil de ejecutar. Todos observaban expectantes.

La pelota cayó. Mandy la midió con la vista, y una vez estuvo a su alcance ella saltó y le lanzó un veloz manotazo. La pelota salió disparada con gran potencia.

¡PAM!! La pelota se estrelló en la nuca de Rodrigo. El cayó de bruces producto del fuerte impacto. Lamentablemente, al tiro le había faltado altura.

“¡JAJAJA!”, en las graderías las risas no se hicieron esperar.

–Maldiciónnn. Estuve tan cerca –Mandy se lamentó.

El partido continuó su curso.

–¡Punto para el equipo de Roberto! El marcador es de 25 a 13. ¡El equipo de Roberto gana! –exclamó la profesora.

–¡¿Qué?! ¡Eso no puede ser! ¡Si nadie pudo responder a mi mate y la bola cayó dentro de los límites de la cancha! –Mandy se quejó a viva voz.

–Claramente vi como tocó la red con la mano cuando realizó su mate, señorita. Por si no lo sabe, en el vóley tocar la red está prohibido.

–¡¿Es en serio?! ¡Qué regla para más estúpida!

–A correr, señorita Carpio.

–¡Grrr!! –Mandy se alejó en dirección a la cancha de fútbol en medio de refunfuños.  

–¡Ahora pasaré a seleccionar a los dos siguientes equipos que se enfrentarán, todos los capitanes levanten nuevamente la mano! –la profesora esta vez se dirigió a los alumnos sentados en las graderías.

–Reglas estúpidas. Vóley estúpido: ¡qué rabiaaa!! –Mandy se lamentó entre dientes, mientras corría alrededor de la cancha de futbol con el resto de los compañeros de su equipo.

Tocó el timbre que anunciaba la salida. En el colegio todos los alumnos comenzaron a marcharse.

–Qué despistado. Olvidé mi tomatodo en las graderías de la cancha de losa –Xian se dirigió a paso veloz hacia el lugar mencionado, ya con su mochila en la espalda. Sin embargo, cuando ya se acercaba, él vio algo que le llamó la atención y lo hizo detenerse. Mandy se había quedado sola en la cancha de losa. Ella se encontraba practicando su saque.

–Wow. Podrá ser problemática y fastidiosa, pero si hay algo que destacar en Mandy es que nunca se rinde –Xian se dijo, y tras recoger su tomatodo se quedó observando por un rato más a Mandy. Ella estaba tan concentrada en su entrenamiento que ni cuenta se dio de la presencia de Xian.

–¡Oh, rayos, qué tarde se me ha hecho! –Xian consultó de pronto la hora en su celular. Por haberse quedado observando a Mandy se le habían pasado varios minutos–. Le prometí a mamá que la ayudaría a preparar la comida para el restaurante. Debo apresurarme, o sino me ganaré una buena regañada –Xian dejó las graderías y comenzó a alejarse.

–¡Saque punto! –Mandy exclamó, y lanzó un poderoso mate. Por primera vez este pasó por encima de la red–. ¡Síííí, lo logré, lo logré! –Mandy saltó presa de la alegría–. ¡Soy la mejor! –ella hizo con los dedos de su mano derecha la “v” de victoria.

Tras oír la celebración de la muchacha, Xian no pudo evitar voltear para observarla una vez más. –Me alegra que estés progresando, Mandy. Solo espero que no te agotes demasiado para la hora del entrenamiento con mi papá –Xian esbozó una tenue sonrisa, y acto seguido se marchó a toda carrera rumbo a su casa.


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